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AMMBAR – Associació de malalts mentals de Barcelona

Associació de malalts mentals de Barcelona

Para los componentes de Ammbar el siguiente escrito refuerza nuestra idea de que todos podemos ayudar, cada uno a su modo pero con la intención de escuchar y que se sienta comprendida la persona que nos viene contando su problema. Sabemos que nunca vamos a sustituir a los médicos pero sí y más como usuarios de salud mental que somos y por haber vivido situaciones similares, orientar hacia el camino más adecuado a nuestros compañeros en la enfermedad. Por eso es muy importante nuestro interés en formarnos. Y la idea de continuar en esto. Queremos ayudar dentro de nuestras posibilidades.

Intervención ante conductas suicidas

En ocasiones pensamos que tienen que ser los profesionales de la psicología y de la psiquiatría los que de forma única deben trabajar con aquellas personas que contemplan su propia muerte como alternativa para acabar con un sufrimiento percibido como insoportable. Es verdad que solo estos profesionales cualificados, formados y legalmente reconocidos pueden planificar e implementar terapias específicas y científicamente contrastadas para abordar el fenómeno suicida individual.

Pero esto no quiere decir que aquellas personas que no tienen una formación reglada en este campo no estén llamadas a intervenir de forma activa y significativa en las ocasiones en las que la crisis vital se presenta. Este primer eslabón es el más importante de cara a la contención de una crisis suicida, porque es el primer encuentro el que proporciona la apertura al posterior tratamiento terapéutico especializado.

Un aspecto muy importante, tanto en una situación de contención inicial como en una sesión terapéutica, es que utilicemos un lenguaje preciso. Hay personas que nos hablan de “hacer una tontería”, de “dejar de sufrir”. En realidad están pensando en matarse, en quitarse la vida, en suicidarse. Nos corresponde a nosotros invitarles a que verbalicen su angustia de forma certera, ya que esto, en sí, supone una descarga emocional muy importante. Aquellas personas a las que se les permite decir que están pensando en suicidarse entienden que a su lado hay un ser humano que es capaz de permanecer sin mirar hacia otro lado. Tal vez es esto lo que les falte en sus propias vidas y de entrada les suele producir un agradable desconcierto.

No preguntamos “por qué”, sino “para qué”. Con esto se le ayuda a salir de un bucle justificativo de su elección, es decir, de su propia muerte. Posiblemente tenga muchos argumentos que respondan al por qué. No olvidemos que existe una lógica en el pensamiento suicida, tal vez no para nosotros, pero sí para la persona que está en esta situación. Llevar del “por qué” al “para qué” supone dar lugar a nuevos escenarios.

Tampoco emitimos un juicio moral sobre lo que la persona está pensando. Es más, la reconoce como opción. Con esto consigue que la persona se sienta comprendida. Además, el orientador ha sondeado si la crisis suicida tiene ya definido un plan de muerte. Con una buena voluntad, lo que nos sale decir a una persona que nos cuenta que está pensando en suicidarse es que se quite esa idea de la cabeza, que no haga bobadas y que las cosas se arreglarán, que su familia tal y cual. Pero hemos dicho más de una vez que trabajar con personas requiere mucho más que buena voluntad.

Hay que mostrar seguridad en todo momento, puesto que se valora el alto grado de vulnerabilidad del cliente. Las personas inmersas en una crisis vital con ideación suicida necesitan de otras que les aporten puntualmente esa estabilidad que el momento les roba. También hay que saber aprovechar el instante. Saber que mi angustia no es única, que mi dolor también es dolor en otras personas y que lo que yo estoy pensando hacer y me atormenta no es algo que solo me ocurre a mí, suele tener poderosos efectos descongestionantes. Pero además, “si usted quiere, yo puedo acompañarle”. Esto tiene trascendencia en las decisiones que va a adoptar a partir de este momento esta persona. Saber que no va a estar sola.

Una de las características de la vivencia suicida es la ambivalencia, es decir, querer morir pero también querer vivir. Si sondeamos un poco, la mayoría de estas personas quieren vivir, pero no con sus circunstancias actuales. Por eso hay que abrir la posibilidad de abordar de forma profunda el origen de la crisis de la persona con el profesional adecuado. En ningún momento se le dice a la persona lo que tiene que hacer, sino que con habilidad abre puertas conforme la situación lo requiere.

En ocasiones la ideación se traduce en una conducta suicida en curso y la actuación requerida es distinta, de corte más directivo y con instrucciones claras. También es diferente la atención dedicada a aquellas personas con una base psicopatológica en su conducta. Sin embargo, este encuentro inicial es igualmente importante en todos los casos. Por eso existe la necesidad de una formación en las personas que atienden teléfonos de emergencia para que sepan actuar y manejar adecuadamente las diferentes situaciones que se producen.

Alfonso Echávarri Gorricho. Psicólogo y coordinador de Programas en el Teléfono de la Esperanza
Publicado por Centro de Colaboraciones Solidarias el 14 Julio 2013

La Nueva España » Avilés

El gran sufrimiento causado por los desahucios lleva a gente en sus cabales al suicidio»

«Tenemos un problema económico y de ideología: estamos pasando de proteger al ciudadano a un modelo neoliberal en el que predominan la disciplina y el orden»

25.02.2013 | 02:00

Manuel Gómez-Beneyto Mara Villamuza Catedrático de Psiquiatria, coordinador científico de la Estrategia nacional de Salud Mental

Soto del Barco.

Entrevistado por Myriam MANCISIDOR

Manuel Gómez-Beneyto es maestro de psiquiatras y una de las voces más respetadas de Europa en salud mental. Catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Valencia y coordinador científico de la Estrategia Nacional en Salud Mental, Gómez-Beneyto sigue tres líneas principales de investigación: epidemiología psiquiátrica, evaluación de servicios de salud mental y psicoterapia. De carácter afable y sonrisa tímida, el psiquiatra participó esta semana en un congreso organizado por la Confederación Española de Agrupaciones y Personas con Enfermedad Mental (Feafes) en Soto del Barco bajo el título «Salud mental: hoy y futuro». A puerta cerrada, dieciséis expertos en salud mental de toda España analizaron la evolución y los retrocesos de este servicio que registra cada vez mayor demanda.

-¿Cuál ha sido la evolución de la enfermedad mental en España?

-No tenemos datos, ésa es la verdad. Es decir, la contestación a su pregunta sería que ha aumentado la demanda por depresiones o el índice de la tasa de suicidios, pero no tenemos cifras que lo demuestren porque no hay sistemas de información adecuados que puedan revelar esa evolución de forma fiable. Pero aunque no tenemos datos sí sabemos que determinados cambios económicos pueden influir en la salud mental de la población, eso ya está demostrado en otros países y se puede aplicar a España.

-¿A qué cambios económicos se refiere?

-De todos los efectos que puede generar una crisis económica en la población, hay que destacar, en lo que se refiere a salud mental, la pobreza: no sólo repercute en una mayor incidencia de las depresiones y estados de angustia, sino que además empeora la evolución de los enfermos a largo plazo. En segundo lugar cabe destacar el endeudamiento, también causa de depresión y estados de ansiedad. Influye también, en tercer lugar, el aumento de las desigualdades económicas percibidas, que es causa igualmente de enfermedad mental. De esta forma, aunque no tenemos datos, sabemos que todos estos factores determinan un aumento de depresiones.

-¿Y de suicidios?

-Las tasas de suicidio en España, según los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE), no han variado, pero eso no quiere decir que no haya habido una variación. Lo que pasa es que esos cambios no los capta el INE porque no afectan al monto global de suicidios, sino a un sector muy específico, el de los desahuciados, por ejemplo. Que haya habido cinco, seis o siete suicidios en relación con los desahucios es un indicador clarísimo de que esta legislación aumenta el número de suicidios, es una relación causal.

-Las personas que deciden poner fin a su vida al no poder hacer frente a una hipoteca, ¿estaban perturbadas previamente?

-No, no, no. Se suicidan por el desahucio, ahí no hay la menor duda. ¿Esa gente estaba perturbada previamente? No está demostrado. Los estudios que se han hecho en general sobre la enfermedad mental como causa de suicidio demuestran que un porcentaje importante de personas tenían previamente un trastorno mental, pero ni muchísimo menos todas. No es cierto, pues, el argumento de que si alguien se suicida es enfermo mental. Hay gente que estando en sus cabales toma decisiones racionales para quitarse la vida en circunstancias insostenibles y de gran sufrimiento, y esto es aplicable a los desahucios.

-Ante esto, ¿qué debería hacer la administración sanitaria?

-La administración sanitaria debería, por una parte, aumentar los recursos que puedan dar respuesta a ese incremento de la demanda de los trastornos de la población. No sólo por motivos humanitarios y de justicia social, sino por motivos económicos, puesto que quienes desarrollan cuadros depresivos van a engrosar el número de personas dependientes económicamente de la administración y, por lo tanto, generar un daño económico considerable. Por lo tanto, desde un punto de vista economicista, estaría justificado dedicar más recursos a este sector vulnerable de la población. Por otra parte, también se deberían elaborar o desarrollar normativas sanitarias o generales que pudieran evitar estos problemas: un ejemplo sería modificar la legislación para evitar desahucios, ya que esta normativa, que no afecta directamente al sistema sanitario, beneficiaría a la salud pública.

-Por el contrario, somos testigos de una cascada de recortes…

-Estamos introduciendo medidas de cambio en el sistema sanitario y en la legislación contrarias totalmente a la solución del problema, que de esta forma se va a incrementar. El decreto de abril del año pasado por el que se introducen cambios para la sostenibilidad del sistema que conducen a una disminución de recursos humanos y material dedicados a las personas produce un recorte en la accesibilidad y en la cobertura del sistema sanitario. El sector que queda más desprotegido es el de los enfermos mentales. Se están aplicando legislaciones contrarias a lo que debe hacerse. Pero no sólo hay un problema económico, sino de ideología.

-Explíquese, por favor.

-Hay un problema de cómo concebir la sociedad, en general, y, en particular, la atención sanitaria a la salud mental. Esta perspectiva neoliberal que se está extendiendo en nuestro país tiende a ser contraria al desarrollo de una atención en salud mental comunitaria, que es lo que se venía haciendo en el país y que es lo que la ley General de Sanidad propone y lo que otros organismos internacionales como la OMS (Organización Mundial de la Salud) apoyan. Se está volviendo a una centralización del sistema, a una mayor atención a los enfermos agudos, dejando en segundo plano a los crónicos y, en particular, a los mentales, a los que se deriva a los servicios sociales alejándolos así del derecho a la salud. También hay cambios ideológicos.

-¿Por ejemplo?

-La propuesta de reforma del Código Penal va a afectar también a un sector de enfermos mentales graves por el hecho de considerarlos peligrosos de por sí y no por sus circunstancias. De esta manera se puede decir que no sólo hay una crisis económica, sino de cambio de valores. Estamos pasando de un sistema que trata de proteger al ciudadano y ser justo a través del bienestar social a un modelo en el que predominan la centralización, eficiencia, disciplina y orden que excluye a muchas personas.

-¿Defiende el «Modelo Avilés» de tratamiento a enfermos mentales graves en su entorno?

-El «Modelo Avilés» y otros ya probados, como, por ejemplo, el de atención a las familias mediante técnicas de psicoeducación para entrenarlas a enfrentarse a las crisis y prevenirlas, han mostrado su eficiencia económica, se pagan a sí mismos y, por lo tanto, hay que apoyarlos.

Manuel Gómez-Beneyto, en Soto del Barco.