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AMMBAR – Associació de malalts mentals de Barcelona

Associació de malalts mentals de Barcelona

Publicamos otra historia en PriPer (en primera persona)

Droga: os puedo decir que se sale

A la hora de pedir ayuda por parte de las personas, tenemos que tener en cuenta que nunca nos van a describir la historia de una forma periodística, con todo lujo de detalles: dan cosas por supuestas, utilizan latiguillos, frases hechas, no suelen decir cómo se sienten, dan datos poco o nada importantes, a veces nos ponen a prueba antes de contarnos algún tema un tanto duro y escabroso. Con una buena capacidad de empatía podemos detectar todo esto y ahondar y ahondar en aquellos aspectos que realmente son importantes en la historia del enfermo (usuario).

Es muy importante que perciba que le entendemos, pues le va y nos va a facilitar que confíe profesionalmente en nosotros; autenticidad, supone expresar de forma abierta, clara y sincera opiniones y emociones, y además hacerlo de la manera adecuada y en su debido tiempo.

Si nos ponemos en la piel de alguien (como yo en su día) que pide ayuda, entenderemos la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra. Inseguridad, miedos, desconfianza, miedo a lo que los demás puedan pensar, malestar,… son sentimientos muy comunes en las personas que nos visitan. Crear un ambiente que permita sentirse respetado, escuchado, no juzgado, es una condición para que uno se sienta libre de expresarse.

Las habilidades de comunicación son importantísimas. Se pueden aprender y entrenar: por ejemplo la escucha activa, la empatía, …

Me baso en mi propia experiencia y en las diferentes consultas e ingresos en plantas de algunos Hospitales (Psiquiatría) con otras personas afectadas por otro tipo de enfermedades; en su trato; en mis recuerdos… en los médicos que han pasado por mi vida, su forma de entender y tratar mi problema; mis intentos de suicidio; estar 4 días atado en una cama para no lesionar a nadie, ni a mí mismo… Todo ello me ha hecho estudiar, aprender y evaluar, en mi propia experiencia, qué me ha servido para estar donde estoy ahora, sacando la cabeza y comprendiendo al enfermo como yo y, de esa forma, entenderle y atenderle cuando sea preciso, sin prisas y con mucha paciencia. Mis errores los evalúo y los estudio para saber el ¿cómo? y el ¿por qué?

Me debo a los demás . Yo un día espere mucho y recibí poco.”ESTABA MUY ENFERMO AMIGOS”. Lo que sí os puedo decir es que se sale. Seamos positivos.

También hay que acordarse de los que murieron en el intento, y eso te tiene que infundir mas fuerza para entender el problema y sus dimensiones, y el grado de compromiso al que estamos dispuestos, pues no es nada fácil y hay que guardarse el rencor y trabajar por el prójimo.

Publicado por Fernando Reyes Crespo el 19 Julio 2013 en Sociopolítica

Acerca de Fernando Reyes Crespo

Licenciado en Derecho y Terapeuta en Drogodependencia y lo más importante para nosotros: es nuestro amigo y está dispuesto a colaborar desinteresadamente (Fernando, no sé si esto te gusta que lo escribamos pero para nosotros es muy importante. Gracias)

Alcohol y jovenes

By mariajesus
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En Ammbar nos preocupan mucho los jóvenes, el futuro de la sociedad. Pero vemos que cada vez más, están cayendo en las redes de una droga “admitida” por todos ya que no está prohibida y es fácil de adquirir: las bebidas alcohólicas.
Por eso nos hemos puesto manos a la obra y hemos encontrado algunos artículos muy interesantes, para los que el tiempo no tiene importancia, por eso eliminamos los años y publicamos lo que creemos es interesante de leer por todos, incluso ellos mismos. Hoy publicamos el primero:
Consumo de alcohol
En la actualidad asistimos a una creciente demanda de información sobre los patrones de consumo de alcohol en nuestra sociedad, por la problemática social y personal que plantea. Dentro de estos patrones adquieren una mayor importancia los asociados a las pautas de consumo de la adolescencia y juventud, que va aumentando, tanto en número de bebidas adquiridas, como en el de su graduación alcohólica.
La accesibilidad de los jóvenes a las bebidas alcohólicas es cada vez mayor, a pesar de las prohibiciones impuestas de su venta a menores. La edad media de inicio en el consumo de alcohol entre los escolares, según los datos de la Encuesta sobre Drogas a la Población Escolar (Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas), es de 13.6 años, y la edad media de inicio de consumo semanal se sitúa en los 14.9 años, según esta fuente las chicas registran mayor prevalencia de consumo de alcohol, aunque en cantidades menores. El 84.2% de los escolares ha consumido alcohol en alguna ocasión y el 43.9% consume al menos una vez a la semana. En cuanto a los episodios de embriaguez el 41% de los escolares se han emborrachado en alguna ocasión y el 23.6% en el último mes.
Un 80% de las muertes registradas entre adolescentes se deben a causas violentas y dentro de ellas las relacionadas con drogas o alcohol representan el 50%, existiendo un mayor porcentaje de suicidios en los adictos a estas sustancias. Además, se consideran los factores familiares de gran importancia en el inicio y curso clínico de la adicción al alcohol y otras drogas, ya que hasta un tercio de los niños tienen su primera oferta de consumo de bebida alcohólica dentro del ambiente familiar, por lo que la implicación de la familia tiene gran importancia en todo programa terapéutico.

¿Por qué consumen?
La creencia más compartida entre los diferentes grupos de adolescentes y jóvenes, tiene que ver con la asociación, según su opinión, entre el consumo de alcohol y las “consecuencias positivas” que este proporciona. Entre estas destacan, según ellos indican, una potenciación de la actividad psico-física ( alegría, euforia, superación de la timidez y retraimiento, mejoría del estado de ánimo, etc.), posibilidad de diversión e integración dentro del grupo de amigos donde la mayoría consumen.
En la medida que el alcohol proporciona a los jóvenes una serie de efectos o consecuencias positivas, y el joven los interpreta como un beneficio, dichos efectos se convierten en motivos de consumo. La juventud, como regla general, no asocia el consumo de alcohol con los problemas que de él pueden derivarse, ellos esperan del alcohol cambios positivos globales (facilitador de expresividad emocional, desinhibidor y potenciador de las relaciones sociales, etc.), y a la vez no creen que dicha sustancia tenga consecuencias negativas, influyendo considerablemente en un mayor consumo durante el fin de semana, donde las relaciones interpersonales se intensifican. Por eso anticipar los “efectos positivos” y no las verdaderas consecuencias negativas, conlleva a que se produzca un mayor consumo social.
Esta consideración positiva hacia el alcohol, hace que se considere al mismo como una droga socialmente aceptada y de amplia difusión, lo que hace que los adolescentes, en un amplio porcentaje, no valoren el alcohol como una droga y no consideren su consumo como puerta de entrada hacia la adicción a otras drogas, sin embargo hay varios estudios que demuestran todo lo contrario y según los cuales es muy poco frecuente el uso de cocaína o heroína, sin haber consumido anteriormente tabaco, alcohol o cannabis.
En resumen, los motivos principales que el mundo adolescente o juvenil usa para explicar el consumo de bebidas alcohólicas son:
• Es un modo de “ponerse alegre”, “alcanzar el punto”.
• Forma de búsqueda de afiliación, con imitación de conductas, con consumo que a veces se impone desde el propio grupo de amigos en el que se participa.
• Presión social, a veces producida desde la publicidad.
• Desinhibición, superación de la vergüenza.
• El consumo actuaría como un modelo de imitación y expresividad de la edad adulta.

Qué, cuanto y cómo consumen
Las pautas de consumo en el mundo adolescente y juvenil han sufrido una serie de cambios durante los últimos tiempos, y además, se han ido configurando unas características peculiares, propias de este grupo de edad, alejadas del modelo adulto y tradicional de consumo.
Así podemos destacar como características principales de este grupo de edad en su relación con la adicción alcohólica:
Búsqueda de nuevos motivos para el consumo, destacando sobre todo la afectación en la esfera psicoactiva de la personalidad. Evasión de lo cotidiano, conseguida mediante la embriaguez, bebiéndose más alcohol y de más graduación.
Concentración de los períodos de bebida durante el fin de semana o períodos festivos, con incremento de “borracheras”, y lo que ello conlleva como alteraciones del orden público o accidentes de tráfico.
Progresivo descenso de la edad de inicio de consumo de bebidas alcohólicas, que según algunos estudios, se localiza sobre los 12 años, aunque es en torno a los 16 años donde se produce una modificación de las pautas de consumo.
La cerveza (entre semana) y las bebidas de alta graduación “combinados” (los fines de semana) encabezan el ránking de bebidas preferidas entre los jóvenes.
En el entorno adolescente y juvenil el consumo de alcohol se suele producir fuera de casa y en espacios donde se producen las relaciones sociales de los jóvenes. Así mientras el consumo se produce en lugares donde hay relaciones entre iguales, hay una ausencia de consumo en el contexto familiar.
Las creencias predominantes sobre el alcohol siguen destacando sus “efectos positivos” como hemos visto anteriormente, dejando los aspectos negativos “para los demás” (“eso no me pasará a mí”).
Al analizar los efectos producidos por el consumo de alcohol es probable que el joven elija la estimulación agradable, cierta e instantánea proporcionada por el mismo. De este modo se construyen pensamientos propios (“no todos los que beben alcohol tendrán una dependencia física o psicológica” “no todos tienen accidentes de coche”, “el alcohol afecta a los otros, que no controlan, pero no a mí”…) que contribuyen a reforzar los efectos o ideas positivas.

Como actúar sobre el problema
Es importante no considerar de forma aislada a los jóvenes del contexto social en que se desenvuelven, sino a ambos conjuntamente, para tener siempre presente los respectivos elementos del sistema: jóvenes, familia, escuela, y barrio o municipio y actuar conjuntamente sobre todos ellos.
Así podíamos considerar diferentes actitudes o pautas de actuación frente al problema, entre los que destacarían:
Diseñar programas de educación, en los que se incida no sobre los efectos negativos del consumo alcohólico, sino sobre los efectos positivos del no consumo, este pequeño matiz, haría que las medidas tuvieran una mejor acogida general y una mayor eficacia.
Orientar las actuaciones en el nivel educativo cuestionando y delimitando los efectos positivos del alcohol, que es el conjunto de creencias más desarrollado. Se debe partir de una información realista, que sitúe en su término más justo los “efectos reforzantes” del alcohol, pero que también muestre sus límites. Además existen una serie de creencias erróneas respecto al alcohol (aumento de la potencia sexual, modo de combatir el frío, o como utilidad terapéutica), transmitidas de generación en generación que necesitan ser desmontadas.
Desarrollar programas de entrenamiento en habilidades sociales, para actuar principalmente en la preadolescencia, antes de que se instaure el consumo habitual de alcohol, para ayudar a esta población a hacer frente a la enorme presión que el grupo ejerce sobre aquellos que no beben. Para ello se debe formar a profesores del sistema educativo, educadores de calle, animadores sociales, etc.
Hay que utilizar medidas eficaces que no tienen porque ser las más costosas. Hacer más baratas las bebidas no alcohólicas, ya que actualmente es más barato consumir una bebida alcohólica que un refresco, así como potenciar bebidas exóticas con menor o nulo contenido alcohólico pero “que entren por los ojos” a los jóvenes.
Conseguir imponer líneas de trabajo que logren que la edad de inicio del consumo habitual de alcohol se retrase lo máximo posible, lo cual tendrá una incidencia importante en la prevención de los consumos problemáticos del alcohol.
Formular objetivos para evitar la desconexión de los adolescentes de los sistemas de contexto, sobre todo educativo, modificar las creencias de adolescentes y jóvenes sobre el alcohol, trabajando fundamentalmente sobre las motivaciones de consumo, o diseñar estrategias para reducir lo máximo posible el dinero que los jóvenes llevan encima los fines de semana.
Actuar sobre los espacios físicos por donde se mueve la juventud, revisando su diseño. Así podemos:
• Ceder lugares donde creemos espacios lo más parecidos a los bares y ponerlos en manos de grupos o entidades no controlados por la Administración, que les dé más libertad.
• Estimular programas que comporten la presencia de educadores en lugares que ellos frecuentan.
• Obligar a los bares a crear espacios alejados de la barra y con un volumen de música reducido que permita la comunicación y la organización de actividades atractivas que concentren el tiempo de ocio y diversión.
• Incidir en la importancia de la familia como factor regulador del consumo y como medio de información.
• Por último, estimular el debate entre las diversas fuerzas políticas para la creación de diversos programas juveniles de control y prevención de las adicciones.

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Cómo afecta el consumo de cannabis al área del cerebro que coordina movimientos.

El consumo crónico de cannabis altera la coordinación motora. El THC provoca una inflamación en el cerebelo, el área del cerebro que coordina los movimientos y responsable del aprendizaje motor.

EFE. 29.06.2013 – 16:46h

Un grupo de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) han hecho público esta semana que han descubierto el mecanismo cerebral que altera la coordinación motora por el consumo crónico de cannabis. El estudio, que se ha publicado esta semana en la revista Journal of Clinical Investigation, ha demostrado que la exposición crónica a la principal sustancia psicoactiva del cannabis, el delta9-tetrahidrocannabinol (THC), provoca una inflamación en el cerebelo, el área del cerebro que coordina los movimientos y responsable del aprendizaje motor. Según ha explicado uno de los investigadores del proyecto, Andrés Ozaita, hasta ahora se sabía que el consumo crónico de cannabis causa una disminución de los receptores de cannabis, que están presentes en casi todas las partes del cerebro y realizan funciones diferentes. Estos daños son reversibles si se interrumpe el consumo de cannabis y se utilizan fármacos inhibidores de la microglia.

Con esta nueva investigación, han conseguido demostrar que esta disminución de los receptores de cannabis provoca un “ambiente neuroinflamatorio” en el cerebelo, ya que se activa la microglia, un conjunto de células consideradas como el sistema inmunitario del cerebro. La microglia, que normalmente está en latente, se activa ante el THC del mismo modo que cuando hay un daño cerebral, de manera que se produce una inflamación que impide el correcto funcionamiento del cerebelo. El estudio se ha realizado en ratones de laboratorio, que tras la exposición al cannabis, manifestaban problemas “leves” de coordinación motora, según ha explicado Ozaita.

Estos daños son reversibles porque la investigación ha demostrado que si se interrumpe el consumo de cannabis y se utilizan fármacos inhibidores de la microglia, los problemas de coordinación motora se reducen o desaparecen completamente.

Según los científicos, este mecanismo cerebral podría funcionar igualmente con los humanos ya que está demostrado que el consumo crónico elevado de cannabis provoca también problemas de coordinación fina y una disminución del número de receptores de cannabis, de modo que lo único que falta por demostrar es que la microglia se activa también.

El trabajo de investigación ha sido elaborado por los científicos Laura Cutando, Arnau Busquets-Garcia, Emma Puighermanal, Maria Gomis-González, José María Delgado-García, Agnès Gruart, Rafael Maldonado y Andrés Ozaita.

Publicado en 20minutos.es