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Educando adultos con autismo

Escrito por SALOMÉ VEGA, 3 de mayo de 2013

Se suele decir que, teniendo en cuenta los síntomas del autismo, no hay dos personas con autismo iguales. Y, ante esta diversidad de perfiles, también debemos tener en cuenta la diversidad de estilos de aprendizaje. Esta realidad determina que las personas con autismo sufran serias dificultades para aprender los contenidos de los diferentes campos de la educación.

La edad adulta

Las personas con autismo, al llegar a la edad adulta, suelen encaminarse al mundo laboral u ocupacional en entornos protegidos o en entornos competitivos. Pero, en general, las instituciones suelen desentenderse de las cuestiones formativas o educativas, por considerar que ésas son más propias de la infancia que de la vida adulta.

La realidad es que, en la mayoría de casos de autismo, éste no es totalmente incapacitante para la persona, lo que facilita que sus posibilidades de aprendizaje se mantengan en la vida adulta. Esto nos sitúa ante dos componentes muy importantes en la educación de adultos con autismo: las dificultades de aprendizaje específicas de cada personas y las posibilidades que se le brindan a partir de sus propias cualidades.

En este punto, nos gustaría recordar el libro “Educacion de personas adultas con autismo”, financiado por la Comunidad de Madrid hace casi ocho años y en cuya elaboración participó el Equipo Técnico de laAsociación Nuevo Horizonte, miembro de la Federación Autismo Madrid. Además fueron coautores del mismo Domingo García Villamisar, asesor técnico de “Nuevo Horizonte” y Carmen Muela, directora técnica de la Asociación.

Educación de Adultos con Austismo

Se trata de proponer un programa educativo que satisfaga las necesidades de las personas con autismo ayudando a mejorar su calidad de vida. En este sentido, el currículo de educación de transición a la vida adulta de las personas con trastornos del espectro del autismo, debe tener en cuenta la dificultades de aprendizaje de las habilidades comunicativas, socioemocionales, cognitivas y vocacionales para después poder concretar un programa de intervención multimodular en cada una de estas áreas. También es necesario determinar las habilidades de aprendizaje conservadas por cada persona y desarrollar un programa de intervención encaminado a superar las dificultades y potenciar las cualidades. Una vez que se han completado estos pasos, se debe validar el programa en un marco integrador de intervención.

1.-Programa de Enriquecimiento Cognitivo

El programa educativo de enriquecimiento cognitivo incluye actividades dirigidas a ejercitar áreas como la atención, la memoria y las funciones ejecutivas. Todas ellas normalmente muy deterioradas en las personas con trastornos del espectro del autismo.

Tareas de enriquecimiento de la atención: las personas con autismo sufren unos déficit muy notables a la hora de realizar tareas que requieren del uso de la atención, en cualquiera de sus modalidades: selectiva,localizada, sostenida, ejecutiva, etc. Por eso la presentación de la información de las tareas debe realizarse de foma visual y auditiva, con materiales de carácter manipulativo.

Tareas de Enriquecimiento de la memoria: el déficit de memoria en el autismo es un problema de organización. Con independencia de su nivel intelectual, las personas con autismo presentan un déficit notable en memoria verbal y visual. Sin embargo no presentan deficiencias en tareas de reconocimiento a corto y largo plazo, recuerdo guiado, y en el aprendizaje de nuevas habilidades.

Tareas de enriquecimiento de las funciones ejecutivas: las personas con autismo se caracterizan por una notoria deficiencia del funcionamiento ejecutivo. Las funciones ejecutivas se refieren al procesamiento cognitivo superior de la información, a través de las cuales el ser humano organiza, planifica, categoriza y jerarquiza la información. En este sentido, se proponen tareas como laberintos, la Torre de Londres, tareas Go/no Go con El Semáforo, etc.

2.- Programa de Enriquecimiento Socio-Emocional

Este programa de entrenamiento en habilidades socio-emocionales se vertebra en torno a los siguientes ejes:

Convertir lo abstracto en algo concreto: los programas de competencia social no pueden incluir términos de naturaleza abstracta que no comprenden las personas con autismo (como amistad, generosidad, intimidad, reciprocidad, intenciones,..). Es imprescindible definir explícitamente las habilidades o problemas concretos, utilizar razonamientos muy simples -en términos de “si, entonces..” y proporcionar ayudas visuales o personales.

Enriquecer la inteligencia social: se trata de interactuar con los demás en situaciones sociales complejas y también en relaciones íntimas. Tener la capacidad de predecir cómo se sienten los demás, qué piensan, qué hacen. La mejora de la inteligencia social es el fundamento de las habilidades sociales.

Proporcionar un contexto estructurado y predecible: Es necesario implementar un ambiente muy estructurado, predecible y rutinario para evitar la ansiedad. Para ello se pueden utilizar apoyos visuales como fotografías, dibujos, horarios escritos, etc.

Procurar la transición entre actividades: las actividades sociales suelen ser discontinuas, lo que genera ansiedad y malestar en las personas con autismo. Para evitarlo se deben programar las actividades, de tal manera que una actividad lleve a la otra, sin cambios radicales entre una y otra actividad.

Proporcionar apoyo al lenguaje a través de la estratificación: teniendo en cuenta los diferentes niveles de lenguaje de las personas con autismo, debemos simplificar al máximo el lenguaje, proporcionar ayudas visuales y enseñar patrones de lenguaje y comunicación.

Establecer múltiples y variadas oportunidades de aprendizaje: los programas de enseñanza de habilidades sociales deberían ofrecer una cierta variedad de formas de aprendizaje para adaptarse a las preferencias de los usuarios del programa. Se presentarán las enseñanzas a través de una gran variedad de modalidades multisensoriales,de actividades, de materiales, y de técnicas de enseñanza, tanto en cada sesión, como a través de las diversas sesiones de aprendizaje.

Incluir actividades centradas en “el otro”: las personas con autismo no tienen en cuenta los intereses de los demás, no buscan a los otros, no se interesan por sus asuntos, etc. Una forma de lograr este objetivo consiste en orientar las actividades hacia “el otro”, de tal modo que las tareas que se programen deben ser realizadas siempre en grupo o cuando menos por dos personas. De esta manera también se pretende fomentar la cooperación y el compañerismo, descubrir los intereses y los deseos de los demás, etc.

Fomentar la autoconciencia y la autoestima: las personas con autismo carecen de identidad personal, por lo que participan en las diversas actividades de forma despersonalizada. Por este motivo, debemos intentar hacerles conscientes de la situación social en la que se encuentran; favorecer la elección, identificando las preferencias personales, etc. Para mejorar su autoestima, les ayudaremos a que sean conscientes de sus logros personales, proporcionándoles el feedback apropiado y, al mismo tiempo, educando sus deseos, con el fin de que no sean desproporcionados con respecto a las posibilidades de logro.

Seleccionar los objetivos más relevantes: determinadas habilidades sociales son más necesarias que otras para las personas autistas. Por ejemplo, el aprendizaje de las actividades dirigidas al establecimiento del contacto ocular son mucho más interesantes que las habilidades de negociación de conflictos. Por ello es necesario seleccionar las actividades más apropiadas en función del perfil individual de cada persona con autismo. También es esencial que las diversas actividades sociales estén interrelacionadas unas con otras,de tal modo que las actividades de orden superior exijan el desarrollo continuo de actividades sociales de naturaleza más simple.

Programar la generalización y la práctica continua: la generalización es uno de los mayores obstáculos con los que tropiezan los programas de habilidades sociales. Para lograr lo se deben poner en marcha una gran variedad de experiencias de aprendizaje utilizando, siempre que se posible, contextos naturales como el centro o el propio hogar. También se deben variar las personas con las que interaccionan, tanto en relación a la edad como al sexo.

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