La lucha democrática por la asistencia pública a la atención a la Salud Mental.

Mesa de autoridades en el Salón de Ciento con motivo del homenaje a la Dra. Pérez Simó: de la Generalidad, de la Diputación y del Ayuntamiento. Falta en la fotografía el Dr. David Clusa, secretario del 5º Congreso.

Texto de la intervención de Roser Pérez Simó con motivo de su homenaje. Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, ​​5 de junio 2013

En primer lugar además de mi agradecimiento por el acto que hoy me dedican, quiero explicitar mi emoción, que seguramente irá creciendo a lo largo del acto, por lo que os pido disculpas anticipadamente, una emoción, que sin negar mi liderazgo , me brota al reconocer en muchos de vosotros la complicidad en unas épocas de lucha, de creatividad, de ilusiones y de esperanzas y sobre todo de mucha amistad y aprecio. Para aquellos recuerdos os pido que oiga mis palabras como vuestras, reconociendo su participación, su rigor, su creatividad, sus esfuerzos y sus ilusiones.

En mi charla dedicaré un tiempo a los antecedentes, con especial referencia a la capacidad de los profesionales de la Salud Mental para crear y sostener un modelo teórico y para hacerlo compatible con un modelo de planificación y gestión.

Otro tiempo a las negociaciones y pactos con las Administraciones Públicas para conseguir el reconocimiento de nuestras propuestas y el desempeño de la integración de la asistencia a la Salud Mental en el marco de la Sanidad.

La Dra. Pérez Simó durante su disertación.

Para terminar haré una reflexión sobre las ganancias, sin duda numerosas, en su desarrollo y su competencia, pero me referiré, también a las consecuencias de la disipación de algunos aforismos que impregnaron los antecedentes y alertas sobre algunos riesgos para la Asistencia Pública a la Salud Mental, hoy.

¿Qué hay que resaltar de los antecedentes?

Si nos situamos en las décadas 60-70, universalmente hay una ferviente preocupación por las libertades humanas, son las décadas del existencialismo, de mayo del 68, de la revolución cubana, del marxismo, de las luchas entre democracias y dictaduras de América del Sur.
Aparecen las reflexiones sobre los conceptos de salud y enfermedad, los objetivos y funciones de los Servicios Nacionales de Salud.

En nuestra patria chica se añade una circunstancia relevante. En la década de los 70, y especialmente en la segunda mitad de ésta, un cierto desfallecimiento de la dictadura y más concretamente la muerte de su caudillo anima las actividades de los movimientos asociativos culturales, profesionales, cívicos y políticos, algunos de los cuales llevaban a sus espaldas la larga y dura lucha antifranquista, avivando en todos ellos el compromiso social y la expectativa de incidir en el futuro del país.

Por otra parte Cataluña, más que en el resto del estado español, buena parte de la cultura catalana se reflejó con la Europa más cercana y su pensamiento renovador e innovador hizo muesca en los aforismos de la erudición catalana.

Ambos factores, el enardecimiento por la vida asociativa y la reverberación del progreso del pensamiento liberal de Europa, son cruciales los cuestionamientos en nuestra casa, sobre los conceptos de salud y enfermedad mental y sobre la planificación de la asistencia a la Salud Mental .

Los condicionantes y el significado social de la locura junto con el litigio para acabar con la marginación y el aislamiento del loco, que provienen de Italia, la puesta en marcha de la psiquiatría de sector, y de las experiencias de psicoterapia institucional que llegan desde Francia y la revisión de los conceptos de salud, enfermedad y salud pública que se inician en Inglaterra, las voces de la psiquiatría comunitaria que llegan de América, son los pilares fundamentales sobre los que Cataluña construye su pensamiento y orienta las acciones y reivindicaciones por la asistencia psiquiátrica pública.

La “revolución” psiquiátrica catalana enciende simultáneamente en dos focos coexistentes, uno ventea por los profesionales de los grandes hospitales psiquiátricos, el otro ventea por los profesionales crédulos con la psiquiatría comunitaria. La voluntad de los profesionales para modificar los valores para la comprensión de la salud y de la enfermedad mental y para reformar la asistencia psiquiátrica pública significaban también una defensa de las libertades humanas, lo que los hace coincidentes con otros grupos y asociaciones coetáneas de carácter profesional, cultural, cívico o político. Esta sintonía hace que las voces y las acciones profesionales tengan un importante eco en el entramado social progresista (maestros, médicos, agentes comunitarios, medios de comunicación …) e implica a los responsables políticos y a la Administración pública a darle forma. Aquí hay que hacer una mención muy especial a la implicación y apoyo que tuvimos de muchos de los Ayuntamientos, que sin duda eran los más cercanos a la escucha de las demandas ciudadanas.

En la década de los 70, la asistencia psiquiátrica en Cataluña dependía en la mayor parte de las Diputaciones, tenía carácter benéfico y llegaba sólo a la población adulta, en referencia al internamiento asilar.

En la Diputación de Barcelona la Comisión de Sanidad depende del PSUC, que había estado trabajando un modelo de Servicio Nacional de Salud bastantes coincidentes con nuestras reivindicaciones. Acaudillada por nuestro querido Agustí de Semir mueve cielo y tierra para que, en el año 1981, la Corporación asuma el ¨Plan de Asistencia Psiquiátrica¨. Fue un loable ejemplo de la capacidad de los profesionales de adaptar las premisas y conceptos a las posibilidades de planificación y gestión y un loable ejemplo de las capacidades de la Administración para ordenar un territorio y hacerlo posible de acuerdo a las sugerencias profesionales y de acuerdo también a las competencias de la Administración.

El Plan de asistencia psiquiátrica de la Diputación de Barcelona acoge entonces la mayoría de equipamientos, públicos o privados, implicados en la reforma de la asistencia a la Salud Mental. Cabe señalar que incluye los Centros de Higiene Mental como centros de atención a la Infancia y a la Adolescencia (Agradecimiento al Ayuntamiento de Barcelona) como el Hospital de Día del Centro de Psicoterapia de Barcelona y no sé si algún otro . Más tarde integra en su Plan Servicios de psiquiatría de algunos Hospitales Generales.

Son ampliamente conocidos los pilares de aquel Plan, que aún perduran en los actuales, pero haré una breve mención.

-Los centros con ubicación comunitaria, trabajando en y con la comunidad y con los agentes de salud Mental para la potenciación de la salud, la prevención y la asistencia.
-La exigencia de la composición multidisciplinaria de los equipos.
-La división de los grandes hospitales psiquiátricos con unidades de tratamiento diferenciadas.
-La puesta en marcha de equipamientos intermedios.
-El establecimiento de un circuito asistencial que pivotan en los centros comunitarios.
-El Plan de Asistencia Psiquiatricaa pública es ampliamente festejado por todos nosotros, también para los que trabajábamos con niños y adolescentes, pues, a pesar de que la Diputación sólo tenía competencias con la asistencia a adultos, la Psiquiatría infanto-juvenil a pesar de ser reconocida, queda con franca desproporción tanto en la dotación de recursos como en presupuestos. Agravio que a pesar del desarrollo de la red sigue existiendo.

Es lícito reconocer el papel de la teoría psicoanalítica como tras fondo de las nuevas praxis. Como en Europa y en América muchos psicoanalistas de Cataluña sentían la necesidad de que más allá de la práctica del diván la teoría psicoanalítica pudiera ser fuente de salud mental para la comunidad, por las instituciones y, obviamente, para las personas con padecimientos o trastornos.

Éramos exigentes en la clínica que considerábamos la herramienta primordial para la curación y también para la prevención del trastorno. Defendíamos un continuo entre la salud y el trastorno mental y por lo tanto la competencia de ambos en la salud y en la enfermedad. Esta premisa comprometía al diagnóstico y la terapéutica y obligaba a la intervención sobre los dos componentes. Las intervenciones terapéuticas requerían una atenta escucha a la persona, a su trastorno o padecimiento y su entorno para atender tanto las partes enfermas como las partes más sanas con capacidad para edificar elementos correctores del trastorno y potenciadores de las capacidades de salud individual y relacional.

Al mismo tiempo la complejidad de los equipos y la complejidad de la atención a la salud mental, con el consiguiente riesgo de proyecciones, perjuicios personales, de idealizaciones o desánimo aconsejaban supervisiones regulares de las actitudes profesionales, personales o de las instituciones, consideradas todas ellas posibles motores de cambio y de experiencias emocionales correctivas.

Todas estas premisas eran compartidas y sostenidas tanto por las instituciones psiquiátricas como por los equipamientos comunitarios.

Todo ello toma fuerza y ​​realidad en el Plan de Psiquiatría de la Diputación de Barcelona en el año 1981, que va incrementando año tras año los recursos y los presupuestos hasta que la ley de Sanidad y la ley sobre Competencias Autonómicas la hacen optar por abandonar su responsabilidad y traspasarla a la Generalidad de Cataluña. Este traspaso comportó momentos largos y duros para todos y en el año 1990 se hace real la subrogación del Plan de Asistencia Psiquiátrica de la Diputación de Barcelona a la Generalidad de Cataluña.

Sin duda el hecho satisface las aspiraciones de los profesionales y significa una ganancia visiblemente apreciable. Tiene significado para su integración en el resto de la Sanidad, por la responsabilidad que el gobierno catalán tendrá en el incremento de presupuestos y de recursos y porque hace posible el trabajo interdepartamental como son: los Programas de apoyo y coordinación con los equipos de asistencia primaria, el Programa Salud y Escuela, el trabajo con las redes de asistencia social y justicia, entre otros. La Generalitat respecto al funcionamiento histórico de la red y de los equipos e incluso crea una Gerencia que configura la atención a la Salud mental como un subsistema dentro de la sanidad.

Ahora y hoy disfrutamos de las ventajas ya mencionadas y sufrimos algunas inseguridades reales o hipotéticas, que formularé en tres apartados:

La supresión de la gerencia de Salud Mental y del Plan Director. En 1984 los 4 colegios profesionales (Sección Colegial de Psiquiatras, Psicólogos, Trabajo Social y Enfermería), piden en su documento una asistencia psiquiátrica comunitaria y relacional, integrada en la Sanidad como un subsistema. Cabe interrogarse sobre cómo la Organización Administrativa de hoy respetará la especificidad de la asistencia a la salud mental.
El aumento de la demanda, agravado por los recortes, ¿disminuirá la calidad de las intervenciones clínicas y favorecerá una respuesta asistencial basada en la identificación de los síntomas y la consecuente prescripción farmacológica? ¿Mermará tiempo a las tareas de prevención y potenciación de la salud mental?
¿Sacudirá el trinomio bio-psico-social dando predominancia a lo biológico, de acuerdo con la característica científico-natural de la sanidad?
Me referiré especialmente al último pues parece condicionar algunas decisiones de la Administración. Me refiero al dilema que pretende hacer antagonistas dos cuerpos teóricos. A unos, los “biólogos” se les atribuye el hallazgo de la etiología de los trastornos mentales en la biología y la terapéutica en la aplicación de la psicofarmacología. A los demás los”psicodinámicos” la negación de estos progresos y la reducción de la etiología y de la terapéutica a lo relacional e intrapsíquico.

Es cierta la reducción de la teoría psicoanalítica de aquella época en la que salud y enfermedad se contaban a través de la relación con el otro y con el inconsciente. Hace mucho tiempo de eso, hoy los psicoanalistas de todo el mundo introducen en su praxis, en su saber y en sus congresos el valor de las neurociencias, los aspectos biológicos y de la psicofarmacología, mientras que la hegemonía del biológico , de forma voluntaria, o no, excluye la dimensión psíquica real o imaginaria del paciente y el valor terapéutico de la relación profesional-paciente.

Seguro que son saberes diferentes y que cada uno de ellos requiere una rigurosa formación, igualmente diferente. Pero en la praxis de la atención a la Salud Mental se debe exigir la complementariedad de los dos, no el enfrentamiento y la contradicción. Más de una vez la Administración se excusa en que los profesionales no nos ponemos de acuerdo.

No, no nos ponemos de acuerdo en todo, son puntos de partida teóricos diferentes, pero es obligación de la Administración tener cuidado para que cada equipo, cada recurso y cada servicio en su praxis cotidiana puedan dar respuestas terapéuticas implicadas en todos los conocimientos: los condicionantes de las irregularidades o deficiencias biológicas, los beneficios de la psicofarmacología, el valor del psicológico real o imaginario y el valor terapéutico de la relación con el paciente.

Aquí hay una referencia a la formación de la especialidad que seguro dedica el tiempo requerido para atender la psicopatología, pero poco tiempo al estudio de la normalidad y a las técnicas psicoterapéuticas imprescindibles para el conocimiento del funcionamiento psíquico y aun humano y para reconocer el valor de la escucha minuciosa y de la relación terapéutica. Más grave aún es, además de la inexistencia de la especialidad en Psiquiatría infanto-juvenil, la poca exigencia de la especialidad actual en el conocimiento de la evolución del ser humano, de su plasticidad y del valor del entorno en la estructura y funcionamiento de la personalidad.

No son equivalentes del ojo, el ver y el mirar. El ojo es el órgano, ver es la función del órgano y mirar es la utilización del órgano y su función inmersa en la complejidad de la dimensión psíquica. Si la asistencia a la Salud Mental se reduce a las alteraciones del órgano y su función, no sólo cuestiona los límites de las neurociencias y de la alegada evidencia científica, sino que es un agravio a la humanidad. Y además de una praxis parcial y discriminatoria un agravio a las personas con psicosis o no, con Trastornos Límite de Personalidad o no, Bipolares o no, con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad o no, que persisten con capacidad para mirar , para recordar, para imaginar, para estimar, para destruir y también con capacidad de edificar defensas y elaborar recursos para afrontar el sufrimiento o el trastorno.

Es un hecho incontestable que a pesar del contexto de crisis en el que estamos, siguen existiendo políticas de derechas y políticas de izquierdas en relación a los conceptos de salud y enfermedad mental y en las premisas en que edificar los sistemas de salud.

La Dra. Pérez Simó rodeada de compañeros psiquiatras que también hablaron dedicándole bellas palabras. A su lado el Dr. Josep Clusa, Presidente del 5º Congreso de Salud Mental