A través de Roberto Daniel Durán:

Medicando la normalidad

POR JAMIE DOWARD / THE OBSERVER Y CLARÍN

El manual de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense permitiría categorizar innecesariamente a millones de personas como si tuvieran trastornos psiquiátricos.

Crece la polémica por la definición de “trastorno mental”
5/05/13 – 14:26

Para un influyente diccionario de psiquiatría estadounidense la timidez en los niños, la depresión después de una pérdida y hasta la adicción a Internet pueden clasificarse como enfermedades mentales. En medio de una amarga polémica profesional, llueven acusaciones por el supuesto rol de los grandes laboratorios y los intereses creados en cuestiones ligadas al diagnóstico y cómo tratar a las personas.

Tiene el título abreviado, claramente poco atractivo de DSM-5, y pocos lo conocen fuera del universo de la salud mental. Pero, una semana antes de su publicación (el miércoles 22 de mayo), la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico, el diccionario de trastornos psiquiátricos, ya desató una amarga pelea que cruzó el Atlántico y ha alimentado una profunda polémica en cuanto a la manera en que la sociedad moderna debería tratar la alteración mental.

Los detractores sostienen que con el manual cada vez más voluminoso de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense millones de personas serán categorizadas innecesariamente como si tuvieran trastornos psiquiátricos.

Por ejemplo, la timidez en los niños, los berrinches y la depresión luego de la muerte de un ser querido podrían transformarse en problemas de salud, tratables con medicamentos. También la adicción a Internet. Estas afirmaciones han dado inevitablemente argumentos a quienes están convencidos de que muchos de los problemas son simplemente inventos pensados para beneficio de los gigantes farmacéuticos.

Surge así un panorama perturbador de intereses creados recíprocos y de una industria psiquiátrica en connivencia con los grandes laboratorios. Como dijo el escritor Jon Ronson bromeando sólo a medias en una charla de TED: “¿La profesión psiquiátrica tendrá, acaso, un fuerte deseo de rotular como trastorno las cosas que son esenciales al comportamiento humano?”

Los defensores de la psiquiatría replican que son sugerencias torpes, engañosas y poco útiles, y deploran que la publicación sumamente publicitada del manual sea una excusa para reavivar argumentos trillados que apuntan a atacar su profesión.

Matices

Sin embargo, aun los defensores de la psiquiatría reconocen que el manual tiene sus inconvenientes. Allen Frances, profesor de psiquiatría y presidente del comité del DSM-4, utilizó su blog para atacar la producción del nuevo manual considerándola “hermética, cerrada y descuidada”, y afirmó que “incluye diagnósticos nuevos y umbrales más bajos para los viejos que amplían los límites ya estirados de la psiquiatría y amenazan con transformar la inflación de los diagnósticos en hiperinflación”.

Otros en el campo de la salud mental han ido aún más lejos en sus críticas. Thomas R. Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental, el principal organismo público de investigación en salud mental y prevención estadounidense, atacó recientemente la validez del manual.

La División de Psicología Clínica (DCP), que representa a más de 10.000 profesionales y forma parte de la distinguida Sociedad Psicológica Británica ha declarado que “el diagnóstico psiquiátrico suele presentarse como una declaración de los hechos, pero es en esencia una opinión clínica basada en la observación e interpretación del comportamiento y en el informe personal y por ende sujeta a variación y parcialidad”.

Según la DCP, “diagnósticos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno de personalidad, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, los trastornos de la conducta, etc.” son de “fiabilidad limitada y validez cuestionable”.

Suele decirse que el diagnóstico es el santo grial de la psiquiatría. Sin él, los cimientos de esta disciplina se desmoronan. Por esa razón Mary Boyle, profesora emérita de la East London University, considera que el impacto del comunicado de la DCP marca un cambio considerable en el debate por la salud mental.

“El comunicado no sólo es un informe sobre los numerosos problemas del diagnóstico psiquiátrico y la falta de pruebas que lo respalden”, dijo. “Es un llamado a establecer una forma totalmente distinta de pensar los problemas de salud mental, lejos de la idea de que son enfermedades con causas primordialmente biológicas”.

Los factores biológicos

Los psiquiatras sostienen que se trata de denuncias que ya fueron hechas muchas veces e ignoran una gran cantidad de trabajos revisados por pares sobre la importancia que desempeñan los factores biológicos en la determinación de la salud mental, incluido un trabajo significativo desarrollado en el campo de la genética. También distorsionan la posición de la psiquiatría ignorando su énfasis en el impacto del entorno social sobre la salud mental.

La mayoría de los psiquiatras admite que el diagnóstico del trastorno psiquiátrico no es perfecto. Pero, como explicó Harold S. Koplewicz, importante psiquiatra de niños y adolescentes en un artículo para el Huffington Post, “esas listas de conductas en el DSM, y otras escalas de calificación que utilizamos son herramientas que nos ayudan a ver el comportamiento con la mayor objetividad posible, para encontrar patrones y conexiones que puedan llevar a una mejor comprensión y a un mejor tratamiento”.

“Por extraño que parezca, no hace falta un diagnóstico para tratar a las personas con problemas de salud mental”, dijo la Dra. Lucy Johnstone, psicóloga clínica consultora que colaboró en la redacción del comunicado de DCP. “No negamos que estas personas están muy afligidas y necesitan ayuda. Sin embargo, no hay pruebas de que estas experiencias se entiendan mejor como enfermedades con causas biológicas. Al contrario, actualmente existen pruebas contundentes de que las personas se derrumban a consecuencia de una mezcla compleja de circunstancias sociales y psicológicas –la muerte y la pérdida, la pobreza y la discriminación, el trauma y el abuso”.

Cruce de acusaciones

Las prescripciones de antidepresivos aumentaron casi 30% en Inglaterra entre 2008 y 2011, según los últimos datos disponibles.

Un artículo reciente publicado en la edición online de British Medical Journal sugiere que “sólo una de cada siete personas se beneficia realmente” con los antidepresivos y afirma que 75% de los expertos que redactaron las definiciones de enfermedad mental tienen vinculaciones con laboratorios de medicamentos.

El profesor Sir Simon Wessely, catedrático de Medicina Psicológica en el King’s College London (KCL), sostiene que su profesión siempre puso el acento en la necesidad de “ver la totalidad de la persona y más allá de la persona, su familia y la sociedad”, y que las afirmaciones de que la psiquiatría está “siendo absorbida por los biólogos” son infundadas.

Esta defensa, que será destacada en una importante conferencia internacional sobre el impacto del DSM-5, a realizarse en el KCL a comienzos de junio, pasa a menudo inadvertida en medio de un estridente debate.

La profesora Sue Bailey, presidenta del Royal College of Psychiatrists, admitió que “muchas de las críticas que se lanzan al DSM” son válidas pero advirtió que la pelea está “distrayendo del problema real, que es ofrecer servicios de salud mental y tratamiento de calidad a los pacientes y cuidadores”.

Bailey insistió en que la publicación del manual “no tendrá ninguna influencia directa en el diagnóstico de la enfermedad mental en el servicio de salud del Reino Unido (NHS). Servirá, no obstante, de marco al debate más amplio sobre la forma de ver la salud mental. Tal como reconoció Wessely, los que critican la psiquiatría aprovecharán las nuevas categorías “ridículas” de trastorno mental del manual para impulsar las denuncias de que la profesión está “medicando la normalidad”.

Traducción de Cristina Sardoy