El otro día varios compañeros fuimos testigos de un hecho que a lo mejor a otras personas les hubiera pasado por alto, ya que era una especie de broma que unos compañeros le hacían a otro… iban detrás de él imitando su forma de caminar bastante femenina… eran niños de 10 o 12 años…

Hablamos algo a las criaturas aún a sabiendas que podían respondernos no amigablemente, los niños de hoy en día son así y más en una ciudad, fueron unas palabras puntuales que creemos les hicieron recapacitar.

Luego nos quedamos hablando del daño que sin querer la sociedad le hace a gais y lesbianas. De que hay muchas personas que llevan su condición sexual sufriéndola en silencio, por miedo al estigma social que todavía existe y que igual que nosotros, son “carne de cañón” para ser pacientes de psiquiatras y psicólogos, por todo lo que su condición sexual reprimida les lleva camino de depresiones e intentos de suicidio… además e igual que nosotros soportando a veces la incomprensión familiar.

Esto me hizo recordar un episodio vivido en la Universidad. A mitad de curso y durante una clase un alumno pidió, por favor, al profesor, de hablar a todos, lo que dijo nunca se me ha olvidado y cuando lo recuerdo me sigo emocionando. Cuando se levantó para hablar, hubo una carcajada general… entonces con un nudo en la garganta, una voz gutural pero con gran valentía dijo a todos, sí, reíros si queréis, pero quiero que sepáis que yo he nacido así y así seguiré siendo pues nada me hará cambiar ya que va conmigo. Llevo toda la vida sufriendo las gracias de los compañeros pero hoy me he dicho o hablo o no vuelvo, pues es tanto el dolor que llevo que ya no puedo aguantar una humillación más. Necesito ser aceptado como Dios me hizo y no como queréis verme, he intentado disimular lo que no soy pero no siempre me ha salido y eso ha representado más risas y bromas… me habéis hecho sufrir tanto que para mi la vida ha llegado un momento que no tiene sentido, así no quiero vivir. Por favor, por ser diferente no soy más malo o inútil que cualquier otra persona, dejadme vivir en paz, que nunca he hecho daño a nadie… En ese momento la clase entera se levanto y todo fueron aplausos, a partir de ese momento fue un compañero más… a nadie le importó que tuviera “mucha pluma” y que su voz fuera más aflautada, era un compañero más.

Desde Ammbar queremos ponernos de parte del que también padece estigma social igual que nosotros, aunque, poco a poco, ellos van teniendo la suerte de ser admitidos, gracias a la ayuda que les han brindado quizás incosncientemente, que personajes populares hayan admitido públicamente su homosexualidad como algo normalizado.

Nosotros todavía no tenemos un personaje popular español que diga “tengo un trastorno mental”, aunque lo más reciente que sabemos es de una actriz internacional, escocesa, que ha admitido tener un trastorno bipolar, Catherine Zeta-Jones. ¡Gracias valiente!