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AMMBAR – Associació de malalts mentals de Barcelona

Associació de malalts mentals de Barcelona

Hoy ponemos este artículo para que nos podamos poner en el lugar de nuestras familias, parejas y/o amigos que nos quieren ayudar.

Lo podemos leer y luego hacer una lectura conjunta o no, según decidamos. Así para los que no lo tienen muy claro sepan de nuestro dolor. Y para que nosotros tengamos claro que no somos el centro del mundo de nuestra familia, que sepamos superar nuestro egoísmo…

Qué puede hacer la familia de un depresivo para ayudarle

Que la depresión es una enfermedad que causa mucho sufrimiento es algo que testimonian todos cuantos la han padecido. También quienes, por razones de su profesión, les acompañan en ese doloroso proceso. La importancia que, en tales circunstancias, adquiere la familia como elemento de contención merece ser destacada. En medio de la experiencia de desconcierto, de estrés y, frecuentemente, de impotencia ante el sufrimiento en el que se debate la persona querida, se convertirá en un valiosísimo instrumento de ayuda si sabe controlar la ansiedad y actuar siguiendo las pautas que, de acuerdo a lo que recomiendan los expertos, son las más indicadas en el trato con las personas que adolecen de una grave depresión. Subrayaré algunas de ellas:

1.- Ponerle en manos de profesionales.
La depresión es una enfermedad grave. La intervención terapéutica sobre el deprimido no puede dejarse en manos de aficionados que, con indicaciones, a veces, contraproducentes, creen poder sacarle del pozo de desolación en el que se siente hundido. El principio de la sanación pasa por persuadirle de que precisa la intervención de especialistas en psiquiatría o en psicología. Convencerle, no siempre resultará fácil, pero es absolutamente imprescindible. El tacto y la delicadeza con que realicen esa tarea contribuirán a vencer resistencias y superar recelos. En cualquier caso, la familia deberá mostrarse persistente a este respecto, dispuesta siempre a acompañar al enfermo a la consulta médica y no oponerse, si así lo aconsejan los profesionales, a su internamiento.

2.- Ayudarle a aceptar la enfermedad.

Nadie es culpable de padecer una enfermedad. Cuando ésta se instala en una casa, tanto quien la sufre como quienes le rodean quedan profundamente afectados. Es difícil para la persona enferma aceptar su condición de tal. Tampoco es fácil para el resto de la familia. Sin embargo, el principio detodo proceso terapéutico pasa por asumir esa situación. Reconocer el hecho, aceptar las limitaciones que supone para el enfermo y para su entorno, reevaluar la relación emocional que se mantiene con él, modificar las expectativas que pudieran tenerse y ayudarle a que, tras el natural periodo de negación, tristeza o rabia, acepte lo que no está en sus manos evitar. Si eso se consigue y se mantiene el propósito de colaborar con los expertos en salud mental, se habrá entrado en la vía que conducirá a aminorar las consecuencias de la enfermedad.

3.- Estar a su lado.

Quienes nunca hemos experimentado un episodio depresivo tenemos dificultades para entender el grado de sufrimiento, desamparo y pérdida de sentido en que queda sumido el depresivo. No necesita piadosas recomendaciones, ni constantes invitaciones a que levante el ánimo o a que ponga más de su parte. ¡Cómo si eso fuera algo que depende de su voluntad!… Necesita de personas empáticas que no le juzguen, que le muestren comprensión, que, sencillamente, sepan estar a su lado.

4.-Respetar sus silencios.

Y hacerle llegar que se es consciente de su pesar y se está dispuesto a ayudarle. Disposición a escucharle, si quiere hablar, y comprensión y respeto, si prefiere guardar silencio. Sin olvidar que la tendencia al aislamiento y la dificultad comunicativa forman parte de la sintomatología del depresivo. Es absurdo presionarle para que se muestre expansivo o sociable como si eso fuera algo que estuviera a su alcance. Esas actitudes le tensionan y le hacen sentirse más solo ante la evidencia de que quienes le rodean no parecen percatarse de las limitaciones que le impone su enfermedad y del profundo dolor que las mismas le producen.


5.- No pedirle explicaciones.
Sencillamente, porque no las puede dar. Tampoco él sabe qué le pasa. Exigírselas es una torpeza que le provocará irritación. Y que reforzará su convicción de no ser entendido. Demandar explicaciones racionales para algo que nada tiene que ver con la razón, no es, si se me permite la redundancia, nada razonable y refuerza al depresivo en su experiencia de profunda soledad. Lope de Vega que sufrió graves depresiones, dice: “Si me preguntase a mí mismo qué mal tengo, no sabría responderme, por mucho tiempo que lo pensase”.

6.- Huir de los consejos.
Las invitaciones a que se anime, a que ponga de su parte, a que salga, a que se divierta, a que participe en actividades… son indicaciones condenadas al fracaso. Simplemente, porque no está en sus manos seguirlas. Refiriéndose a su experiencia terapéutica, recordaba el Dr. Vallejo Nájera que casi todos los que han padecido una depresión referían, pasado el tiempo, la angustia que les producían esas consignas dictadas por la buena fe de sus allegados. Sin entender que el bloqueo que sufre le lleva a ver cualquier tarea, por rutinaria o nimia que parezca, como una carga abrumadora.

7.- No presionarle.

De ahí la importancia de evitar consignas en ese sentido. La depresión, ya lo dijimos, no es algo que se elija. Tampoco algo cuya superación dependa de la libre voluntad. Insistirle para que se comprometa con actividades con las que no se siente cómodo resulta contraproducente. Lo explica gráficamente, de nuevo, Vallejo Nájera: “La depresión imposibilita para el disfrute de nada. Si le lleva a una película cómica, ‘le llevé para ver si se reía un poco’, sólo percibirá el enorme esfuerzo que le cuesta salir de casa, que no es capaz de seguir la acción del film porque se fatiga su atención, que los demás ríen y el permanece indiferente y que tiende a ensimismarse dando vueltas a sus negros pensamientos sin atender a la proyección. Si ocurre esto en algo pasivo y agradable como ver una película cómica, podemos deducir cómo queda aplastado si se le obliga a acudir al trabajo, a enfrentarse con un problema o una ardua tarea para la que se siente incapacitado”.

8.- Trasmitirle esperanza.
La vivencia depresiva es, lo venimos diciendo, difícilmente definible. La pena, la desesperanza, la angustia, la desgana, la sensación de impotencia se amalgaman en lo más hondo del alma y hace que quien experimenta tan desasosegantes emociones, se perciba como en un callejón sin salida, como en una oscura mazmorra de la que jamás podrá ser liberado. Quienes le son más próximos siempre podrán ofrecerle una pizca de esperanza. Y hacerlo con legítima coherencia persuadiéndole de que, aunque en esos momentos no pueda entenderlo, sí que hay salida de esa cárcel y luz al final de su túnel. La depresión es una enfermedad tratable y quien sigue las pautas que le marquen los profesionales puede abrazar la legítima esperanza de que llegará la mejoría.

9.- Reforzarle positivamente.
Rasgo relevante del depresivo es su déficit de autoestima. Tiende a ignorar sus luces y a recrearse en sus sombras, a recordar sus fracasos y a pasar por alto las ocasiones en que le sonrió el éxito, a destacar sus defectos y subrayar sus debilidades, obviando sus virtudes y los méritos contraídos a lo largo de su vida. En tales circunstancias, el papel de la familia es clave para resaltar sus cualidades, poner en valor las múltiples capacidades que atesora y, por encima de todo, lo mucho que, a pesar de las dificultades del momento presente, él o ella significan para quienes tanto les quieren.

10.- Cuidarse a sí mismo.
Una última consideración. Convivir con el depresivo es todo menos fácil. Los estados anímicos son, a poco que uno se descuide, contagiosos. Cuando son negativos tienden a generar, en su entorno, vivencias profundamente dolorosas y emociones contradictorias de difícil manejo. Cuidar a un depresivo es un desafío no menor para el que hay que saber prepararse y ante el que uno debe protegerse. No es fácil convivir y cuidar de alguien que se ha instalado en la tristeza, que puede tener comportamientos no fáciles de entender y con quien la comunicación es siempre complicada.

 En tales circunstancias convendrá hacerse cargo de las preocupaciones y sentimientos de los distintos miembros de la familia, prestarse apoyo mutuo e intentar controlar las situaciones generadoras de estrés. La atención al deprimido no puede absorber todos sus recursos afectivos de manera que se descuide el “autocuidado” de todos y cada uno de los integrantes de la familia. Es un grave error dejarse atrapar por el duro oficio de cuidador, eliminando espacios en los que se puedan atender las propias necesidades. Quien no sabe cuidarse difícilmente podrá ser un buen agente de ayuda. Acabará culpabilizando al enfermo, perpetuando la situación de la que pretendía liberarlo. Velar, pues, por uno mismo, lejos de ser una expresión de egoísmo, constituye siempre una garantía de eficacia en el tratamiento del familiar enfermo.

JOSÉ MARÍA JIMÉNEZ RUIZ
Terapeuta familiar y vicepresidente del Teléfono de la Esperanza

 

Les presentamos Mitos sobre la Depresión

Creado en Lunes, 17 Junio 2013 13:37 |

La depresión es un padecimiento psiquiátrico cuya prevalencia es del 7.2% , y para el 2030 será la primera causa de discapacidad en nuestro país. Es una enfermedad que Sí existe, que requiere de tratamiento farmacológico, pero también, que se puede curar por completo, señaló el Dr. Ricardo Secín, jefe del Departamento de Psiquiatría del Hospital Ángeles del Pedregal.

Hoy en día, afecta a 340 millones de personas en el mundo, correspondiendo a México aproximadamente 8.9 millones. Es un padecimiento que de seguir un tratamiento adecuado y por el tiempo indicado por la parte médica, puede lograrse la remisión completa.

Esta enfermedad está encubierta por ciertas creencias y mitos que ocasionan que el paciente abandone el tratamiento o bien sea desapercibida y las personas no sean tratadas.

Sus principales “mitos” son:

1) Trabajar duro evita la depresión

FALSO. La depresión afecta a casi una de cada seis personas en algún momento de sus vidas, por lo que abundan los remedios opulares y medias verdades sobre esta enfermedad. No es raro escuchar de amigos o familiares: “enfócate en el trabajo y te sentirás mejor”. Para un caso leve de depresión, este hecho puede ayudar, pero la depresión es un padecimiento diferente. Exceso de trabajo en realidad puede ser un signo de depresión clínica, especialmente en los hombres.

2) La depresión no existe

FALSO. La depresión SI existe y es una condición médica grave y una de las principales causas de discapacidad en los adultos. Sigue siendo confundida con la tristeza normal. La evidencia biológica de la enfermedad se puede ver en los escáneres cerebrales, que muestran los niveles de actividades anormales. Sustancias químicas clave del cerebro que llevan señales entre los nervios también parecen estar fuera de equilibrio en las personas deprimidas.

3) La depresión es sólo autocompasión

Nuestra cultura admira la fuerza de voluntad y la fortaleza mental y se apresura a etiquetar a cualquiera que cae como quejoso o débil. Pero la persona que tiene depresión clínica no es ni perezosa ni siente sólo lástima por sí misma. Tampoco puede “manejarla” a su antojo para que se vaya, la depresión es un problema de salud relacionado con cambios en el cerebro. Al igual que otras enfermedades, por lo general mejora con el tratamiento adecuado.

4) Voy a tomar medicamentos toda la vida

FALSO. La medicación es sólo una de las herramientas que se utilizan para tratar la depresión. Y pedir ayuda no significa que se sienta presionado a tomar los medicamentos recetados. De hecho, los estudios sugieren que la terapia de “hablar” con alguien ( terapeuta, psicólogo, amigos, etc.) es tan eficaz como los medicamentos para la depresión leve a moderada. El uso de antidepresivos, probablemente no será de por vida. Su médico le ayudará a determinar el momento adecuado para dejar el medicamento.

5) Las personas deprimidas lloran mucho

No siempre. Algunas personas no lloran, tal vez sólo actúen muy tristes cuando están deprimidas. Al contrario de lo que puede creerse, algunas son emocionalmente inexpresivas y pueden sentirse inútiles o inservibles. Incluso sin síntomas dramáticos, la depresión no tratada impide que las personas vivan la vida al máximo, además tiene un costo alto en las familias.

6): La depresión es parte del envejecimiento

FALSO. La Mayoría de las personas mayores viven los retos del envejecimiento sin deprimirse. Sin embargo, cuando se produce, puede ser pasado por alto en las familias. Las personas mayores pueden ocultar su tristeza o bien a través de diferentes síntomas que no eran comunes en su rutina: la comida ya no les sabe bien, los dolores y molestias empeoran o los patrones de sueño cambian. Algunos problemas médicos pueden desencadenar depresión en ancianos y ésta puede reducir la velocidad de recuperación de, por ejemplo, un ataque al corazón o una cirugía.

7) Es normal que los adolescentes se depriman

FALSO. Es frecuente que muchos adolescentes estén de mal humor, preguntones, e intrigados por el “lado oscuro”, sin embargo, la tristeza o irritabilidad prolongada no es normal para los adolescentes. Cuando la infelicidad dura más de dos semanas, puede ser un signo de depresión que se desarrolla en aproximadamente uno de cada 11 jóvenes. Otros signos de un adolescente que puede necesitar ayuda son: estar constantemente triste o irritable, incluso con amigos, no tener placer en sus actividades favoritas, o una baja repentina en sus calificaciones.

8) La depresión es difícil de tratar

FALSO…Es común escuchar que la mayoría de las personas que tratan su depresión no mejoran. En un amplio estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Mental, el 70% de la gente se convirtió en libre de síntomas a través de medicamentos, aunque no siempre con el primer tratamiento. Otros estudios muestran que la combinación de medicación y psicoterapia es más efectiva.

Si usted o algún familiar presenta síntomas de manera regular, recuerde acudir con el médico para un diagnóstico y tratamiento oportuno.

IMPORTANTE: Esta información en ningún momento sustituye la consulta profesional. La publicamos en el entendimiento de que no será interpretada como consejo médico o profesional. Toda la información brindada necesita ser revisada cuidadosamente por usted y su médico.
De Entorno médico

 

 

Ya hemos hablado de otras personas o entidades que intervinieron en el último plenario del distrito de l’Eixample, ahora nos toca a nosotros.

Como siempre solicitamos poder hablar y por supuesto que lo hicimos: Tenemos las ideas muy claras y eso es lo que defendimos: nuestro proyecto social en favor de las personas con disfunción mental del barrio de la Sagrada Familia.

En principio la persona que habló se presentó y dijo que había sido elegida por los ciudadanos usuarios de salud mental de Barcelona para representarlos ante el IMD del Ayuntamiento de Barcelona. Que tiene muchas ganas de trabajar. Que la salud mental en Barcelona está mal a muchos niveles sobre todo a nivel humano. Que preside Ammbar pero sin más importancia pues es una entidad horizontal, donde todos tenemos cabida, somos escuchados y nuestras ideas o puestas en práctica o en espera de poder hacerlas.
Un proyecto que vamos llevando a cabo a pesar de los tropiezos que nos vamos encontrando. Eso nos da más fuerzas para seguir adelante, aunque como personas humanas a veces nos veamos afectados.
Seguimos pateándonos el barrio con el boca a boca en busca de esa persona a la que le gustaría salir pero la enfermedad no la deja. Proponemos hacer un café, otro día un paseo y otro si quieren pasarse por el lugar donde nos reunimos los jueves por la tarde de 6 a 8 (es nuestro horario concedido) para darles información a nivel personal, de leyes, derivarlas a los Servicios Sociales, a sus médicos de cabecera para que las reenvíen a los especialistas… Es el Espai 210 sito en la calle Padilla 210 bajos (de propiedad municipal)
También les ofrecemos los GAM, Grupos de Ayuda Mutua, de cuyos resultados estamos muy satisfechos.
Y sobre todo, saben que estamos para apoyarlos y darles el acompañamiento emocional que necesiten.
Este curso estamos haciendo Informática e Internet para principiantes, todos estamos muy contentos y animados de seguir el próximo curso, aunque todavía no hemos acabado. Esto ha sido así gracias a la confianza puesta en nosotros por la bibliotecaria de la Biblioteca Sagrada Familia, Anna Surt, que desde el comienzo confió en nuestro proyecto.
También trabajamos de forma innovadora català y castellano de forma amena y fortaleciendo el gusto por la lectura.
No hemos podido hacer charlas de Médicos ni CineFòrum por el eterno problema que tenemos con las llaves del Espai 210, y por falta de organización sobre los días a llevar a cabo.
Como el horario que nos dejan en el Espai es de 18 a 20h, hemos tenido problemas para que los médicos se puedan adaptar a él. Igualmente hacer CineFòrum a esas horas no es lo más correcto.

Por eso explicamos que es la técnica municipal de barrio la que nos niega su uso, hemos de estar siempre acompañados y no nos pueden acompañar sino hasta las 20h. Cuando hay otras entidades que sí se quedan hasta las nueve. Por eso hicimos la pregunta ¿es porque somos enfermos mentales? Al menos dejadnos probar un día y después tomar la decisión. Ella nos envió un correo donde dice que no nos las deja porque no quiere, sin más explicación…

No porque todos los días el Espai esté ocupado, porque hay días que está libre. No le íbamos a quitar el espacio a otra entidad. Sino aprovecharlo para fines sociales gratuitos antes que esté vacío.

Otra cosa que sentimos es no haber podido hacer un Taller para niños hijos de enfermos mentales. Para que en domingo por la mañana tengan un espacio lúdico mientras los padres descansan o van a visitar al cónyuge internado. Para ello habíamos buscado monitoras especializadas que, como todos, estaban dispuestas a trabajar gratuitamente.

Hemos visto a varias entidades (que no sabemos si están oficialmente reconocidas, nosotros sí lo estamos) ir en fin de semana al Espai para coger cosas o preparar alguna intervención. Esto lo sabemos no porque hayamos estado espiando sino porque uno de nuestros socios vive al lado…

Así que por todo eso, seguimos reclamando poder hacer actividades y algo que siempre pedimos, necesitamos un espacio para poder guardar los “papeles” de la Asociación y dónde nos podamos reunir para seguir trabajando y no un solo día. Y lo más importante, para la protección de datos.
Como anécdota contamos que ahora también nos van a decir que tenemos el síndrome de Diógenes pues los de la Directiva tenemos nuestras casas llenas de papeles.

La respuesta fue que en el Distrito no hay espacios, que intentarían ver otra posibilidad.
Y en el tema de las llaves, que están de acuerdo con la actuación de la técnica, que el Espai es Municipal y ellos lo gobiernan lo mejor posible.
Aunque parezca extraño no hay enemistad manifiesta entre la técnica y nosotros, al menos por nuestra parte, que intentamos convivir lo mejor posible con todo el mundo.

No salimos contentos pero al menos compartimos públicamente parte de nuestras ideas y nos hicimos eco “de que intentarían ver otra posibilidad”.

Hemos pensado poner el texto siguiente en agradecimiento a unos amigos por no dejarnos de apoyar en ningún momento. Con el texto sobran las palabras. Aquí estamos y lo sabéis. Todos somos libres y tu también. Esto va dirigido a ellos y a quién lo lea.

Manda el porro a la porra

¿Tienes ya problemas con las drogas? No lo dudes, PIDE AYUDA. 

El título de esta carta no es invento mío, no pretendo ser original. Lo escuché por primera vez en el estribillo de una canción cristiana. Me llamó la atención porque es una expresión un tanto provocativa, que bien puede darnos pie para abordar el problema moral de la relación de los jóvenes con las drogas. Poco importa que sea botellón, porros, rayas, pastillas, etc. Ya te imaginas de lo que quiero hablarte.

Con frecuencia, hablamos de vosotros los jóvenes y de vuestros problemas. Sois objeto de esperanza y de preocupación para muchos de nosotros. Pero quizás nos falta hablar directamente con vosotros. El caso es que esta carta ha caído en tus manos de una forma u otra… El caso es que has consumido drogas alguna vez, o al menos te lo han propuesto, o ¡quién sabe! si eres consumidor esporádico o habitual… De lo que sí estoy seguro es de que has visto las drogas de cerca y de que tienes conocidos que las consumen.

¿No hay problema?

No es cuestión de mirar para otro lado o de meter la cabeza debajo del ala. Aquí hay un problema muy gordo. En el mes de septiembre se dio a conocer el dato, de que España es el país europeo que lidera el ranking de consumo de drogas. En los últimos diez años el consumo de cocaína se ha multiplicado por cuatro y el de cannabis se ha duplicado. Por si fuera poco, la edad de inicio en la droga es cada vez más temprana.

Los problemas originados son fuertes y de muchos tipos: psiquiátricos (esquizofrenias, psicosis, depresiones…), psicológicos (desinhibición, falta de reflejos…), físicos (apetito desmedido, propensión a ataques de corazón, problemas respiratorios…), familiares, afectivos, laborales, escolares, de amistades, etc.

Pero, desde mi punto de vista, el prisma principal desde el que debe ser abordado el consumo de las drogas es el moral. A mí no me gustaría que un joven decidiese dejar las drogas, presionado solamente por motivos médicos, laborales, policiales, familiares, etc. Todas esas cosas, aun siendo importantísimas, son externas, y no servirían de mucho si no descubrimos el “bien moral”, como la razón principal de nuestras decisiones. Imagino que te preguntarás qué es el bien moral… Ten un poco de paciencia e intentaremos explicarlo.

No estamos ante la droga de la curiosidad

Los comienzos de la droga pudieron ser achacables a la curiosidad por lo desconocido, al morbo de lo prohibido, etc. Hoy en día, sin embargo, no creo que nadie entre en el mundo de la drogas por “desinformación” o por mera “curiosidad”. A los niños, desde pequeños, se les habla del tema y, según van creciendo, ven a su alrededor, con sus propios ojos, las desastrosas consecuencias que acarrea. Sin embargo, la mera información, por sí misma, no ha sido capaz de detener esta “epidemia”.

Tampoco estamos hoy ante la droga de la rebeldía

Hubo un tiempo en el que la droga pudo verse acompañada de connotaciones contestatarias. Era la droga de la rebeldía y la insumisión, con especial incidencia en el mundo hippie y en otros movimientos radicales. Han pasado esos tiempos. Hoy en día fumarse un porro, lejos de ser un signo de rebeldía, es signo de integración y sumisión a la cultura dominante.

El problema que hoy se plantea es muy distinto al de la lucha rebelde por la libertad que en un tiempo movió masas. Ya tenemos la libertad, y ahora, ¿qué hacemos con ella?

Droga de la “falta de sentido”

La droga de nuestros días se impone por defecto, quiero decir, por falta de ideales firmes y trascendentes. Es como si el organismo estuviese bajo de defensas, y entonces coge fácilmente cualquier virus que ande por ahí suelto. Nos falta afirmarnos en el sentido de nuestra existencia, caer en la cuenta de que nuestra vida responde a una vocación.

Esta es la cuestión clave: La cuestión del sentido. ¿Para qué tantos sacrificios, metas, obstáculos, agobios? Difícilmente se le puede pedir a alguien que se sacrifique en el día a día, si no le ha sido mostrado el sentido de su existencia. Solamente cuando descubrimos que venimos del amor y que volvemos a él, venciendo el sufrimiento y la muerte, es cuando podemos dar lo mejor de nosotros mismos.

Este es el bien moral del hombre: descubrir su vocación al amor y entregarse a ella. Como comprenderás, las drogas no tienen sitio en esta perspectiva.

Existe la tentación. La carne es débil

Pero, con lo anterior, no quiero decirte que aquí lo importante sea tener las ideas claras, y que con eso ya esté todo solucionado. Por desgracia, las cosas no son tan sencillas. Nuestros ideales conviven con nuestras debilidades. De lo cual se deduce que hemos de disponernos a la batalla espiritual. El que no lucha, sucumbe espiritualmente. Eso es seguro.

Se nos dice engañosamente que “hay que ser espontáneos, dejarse llevar por los propios impulsos…”, olvidando que existe dentro de cada uno de nosotros una tendencia espontánea al egoísmo, reforzada por los vicios que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida. El principal enemigo lo tenemos en nosotros mismos. Quien abre los ojos a esa realidad, está en una situación privilegiada para orientar la batalla de su vida. No podemos identificar “deseo” y “voluntad”. Sería un error gravísimo de nefastas consecuencias. Es imprescindible ejercitarse en negarnos a nosotros mismos determinados “deseos”, si no queremos padecer la tiranía de nuestro propio capricho.

Yo, personalmente, no conozco a nadie que se haya iniciado en las drogas tras una decisión madura y libre. Más bien, he escuchado expresiones como las siguientes: “empiezas a lo tonto”, “para cuando quieres darte cuenta…”, etc. En el mundo de las drogas, no te conduces, sino que eres arrastrado.

¿En medio del fuego y sin quemarse?

Una tentación, y no pequeña, es la tendencia a complacer al mundo que nos rodea. Suele ocurrir, curiosamente, que el mismo joven que tiende a ser un inconformista en el seno familiar, sin embargo, luego pase a ser complaciente, a ser un “enrollado” en la calle. Te propongo para tu meditación este pensamiento que recientemente leía en un libro: “Quien no esté dispuesto a dar la espalda al mundo, se llevará la sorpresa de que en poco tiempo el mundo le dará la espalda a él”.

Aunque nos suela humillar el reconocerlo, el entorno nos influye bastante más de lo que suponemos. El ambiente “nos hace”, de la misma forma que nosotros hacemos el ambiente. No es prudente suponer que vayamos a estar habitualmente en medio del fuego, sin quemarnos.

Como personas humanas debemos acercarnos al necesitado. ¡Y quién más necesitado que el que padece la esclavitud de las drogas! Pero, no nos engañemos, ese acercamiento conviene que lo busquemos en la intimidad del encuentro personal. ¿No te ha ocurrido algún fin de semana, que te hayas sentido fuera de lugar por verte en medio de un ambiente en el que todos están “morados”? Difícilmente podrá ser ese el momento para forjar amistades sinceras o para ayudar a alguien.

La caridad nos impulsa a hacernos presentes o a ausentarnos, discerniendo cuándo nuestra presencia ayuda de forma eficaz, o, cuándo, por el contrario, va a resultar un comodín para “normalizar” comportamientos anormales. Cuando se nos pide que seamos “tolerantes” con los compañeros que se drogan, tengamos cuidado de no confundir las cosas: lo que no podemos es ser convidados de piedra, permaneciendo en silencio, indiferentes ante la autodestrucción de nuestros propios amigos.

Ocio y drogas

Una de las características principales de la droga en nuestros días es su estrecha relación con la cultura del ocio. El consumo de determinadas drogas está cuasi indisolublemente unido a algunas fiestas, conciertos, etc.

Hay un dato que es bastante claro: quienes “soportan” o “aguantan” los días laborables del calendario, suspirando ansiosamente por la llegada del fin de semana para disfrutar a tope, son los candidatos principales al consumo de drogas.

Digámoslo claramente: La felicidad no es fruto únicamente de la diversión. En realidad, si no eres feliz el miércoles, tampoco lo vas a ser el sábado por la noche. El motivo es muy sencillo: no es lo mismo “ser alegres” que “ponerse alegres”. La felicidad no está al alcance de una moneda ni de una sustancia química.

Hay quienes reconocen que la droga no les hace felices, pero que es lo único que les consuela de no serlo… Lo malo es que quien recurre al sucedáneo de la felicidad, fácilmente deja de buscar la auténtica. Volvemos aquí al principio de esta carta: La verdadera felicidad depende de que el hombre alcance su “bien moral”. Depende, entre otras cosas, de que sepamos integrar las cruces de nuestra vida en la vocación al amor, para la que hemos sido creados.

¿Tienes ya problemas con las drogas? No lo dudes, PIDE AYUDA. Más vale ponerse una vez rojo, que veinte veces amarillo. Ya suponemos que tu realidad dista mucho de coincidir con el “gigante de tus sueños”, pero tampoco tiene nada que ver con el “enano de tus miedos”. Ni lo uno, ni lo otro: ni gigante ni enano. La verdad es que Dios te quiere como eres, pero te sueña distinto. Y, ¿sabes qué? Los sueños de Dios, a diferencia de los nuestros, ¡se hacen realidad!

Hay muchas razones para luchar por la verdadera libertad, por una vida sin drogas. Tantas, como razones para el amor, la fe y la esperanza. Dios no sólo te pide que dejes la droga, sino que te da su “gracia” para poder hacerlo. Y… ¿qué es la gracia, sino la compañía de Dios que camina junto a ti? ¡No te sentirás nunca solo en ese camino de liberación!— en San Salvador.

Autor: Monseñor Mons. José Ignacio Munilla Aguirre | Fuente: En Ti confio.org

Copiado de Alexander Kellman.

Adaptación de Ammbar.