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AMMBAR – Associació de malalts mentals de Barcelona

Associació de malalts mentals de Barcelona

A Ammbar nos ha llegado directo al corazón. Nuestros compañeros afectados por TOC, están estabilizados y no necesitan tantas repeticiones pero se ven reflejados en el texto… Pensamos que posiblemente el autor “extremara” los síntomas para hacer el poema, donde describe perfectamente la angustia vivida por el TOC. ¡Felicidades poeta!

El desgarrador poema de amor de un “obsesivo compulsivo”

Publicado por rosy el agosto 24, 2013 a las 5:59am

El amor desde la perspectiva de Neil Hilborn, un poeta estadounidense que sufre de trastorno obsesivo compulsivo, causó un verdadero revuelo en internet luego de que su desgarradora presentación en la final del concurso “2013 Rustbelt Regional Poetry Slam” llegara a redes sociales.

El singular artista conmovió a los usuarios con su poema “OCD” (TOC, Trastorno Obsesivo Compulsivo, en español), en el cual a través de la repetición y la teatralidad, representa una imagen dolorosa y al mismo tiempo hermosa de su padecimiento, según indican en Huffington Post.

La performance -que se masificó hace 11 días a través de Reddit en Estados Unidos- también llamó la atención en nuestro país luego de que el portal Belelú la publicara, llegando a ser compartida más de 27 mil veces.

Aprovechando la plataforma de Reddit, donde muchos lo felicitaron y lo calificaron como “una inspiración”, Hilborn explicó que el poema fue escrito en 2011 y que si bien la mayoría de los tics que se ven durante su exposición son intencionales, algunos también son reales.

De acuerdo a la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, “el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un tipo de trastorno de ansiedad. Si tiene TOC, tiene pensamientos repetidos y angustiantes denominados obsesiones. Es posible que haga lo mismo una y otra vez para intentar que los pensamientos desaparezcan. Las acciones repetidas se llaman compulsiones”.

A continuación te dejamos con el poema completo:

“La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces,
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez­– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas”.

http://www.youtube.com/watch?v=t8vA-wKQs0w

FUENTE:http://www.biobiochile.cl/2013/08/23/el-poema-de-amor-de-un-obsesiv…                                                                                                                A través de Emmanuel Muñíz Alejandro de Disgoo 

 

 

 

 

A Ammbar nos parece un artículo muy interesante y real, en sí es cruel pero más cruel es la sociedad que nos aplasta. En él, sin decirlo, se define el estigma social que nos acompaña en todos los niveles de la salud mental.
Lo hemos recibido a través de nuestro amigo Fernando Reyes Crespo, publicado por Joaquín Roberto Jiménez Carrillo
Publicamos el texto entero. No nos importa dar reseña de otra asociación ni de su número de teléfono, lo importante es cooperar. ¡Juntos seremos más fuertes!

La enfermedad de la adicción

Para empezar este artículo voy a haceros una pregunta que debéis responder con absoluta sinceridad, ¿cuántos de vosotros considera la adicción como una simple enfermedad? El tema no es baladí, yo me intereso por bastantes causas y cosas de interés social y estoy absolutamente implicado en algunos frentes, pero por encima de todos está mi interés por las personas que por un motivo u otro están en eso que hemos dado en llamar “riesgo de exclusión social”, término acertado sólo hasta cierto punto, ya que mi experiencia me ha demostrado que cualquier persona y por cualquier motivo, un mal día se puede ver inmerso en una serie de acontecimientos en que la sociedad, por el motivo que sea, que por cierto puede ser variadísimo, pintoresco y hasta absurdo, te excluya sin más… Es éste un hecho que muchas personas no se paran a reflexionar lo suficiente como para observar que esto es absolutamente cierto.
En este momento lo que os voy a comentar es algo sobre esa gente que por nacer en el lugar inadecuado o por contraer una enfermedad que es, por otra parte, absolutamente democrática, adquieren ese martirio de proceder enfermizo llamado adicción. Y hablo de adicción a lo que sea, es decir, puedo estar hablando de cualquiera de nosotros, pero nos vamos a centrar en las personas que adquieren la tan temida enfermedad de la adicción a drogas y alcohol, es decir, a sustancias que alteren su mente y su comportamiento. Y esto por muchos motivos, pero el principal es porque la adicción a las drogas y al alcohol convierte la vida del que la padece y de los seres más cercanos en un verdadero caos.
Sería conveniente, creo, que para empezar desde un punto sólido nos apoyásemos en la definición que la Organización Mundial de la Salud hace de ella: “La adicción es una enfermedad crónica y progresiva, con tendencia a la recaída a la que si no se le pone remedio termina en la cárceles, hospitales y en la muerte. ¡Duro eh!, ¡duro de cojones!, pero más duro es aún su desarrollo. Hagamos una comparativa de esta enfermedad con otra de carácter mortal, por ejemplo el cáncer. Observemos como se desarrolla una y otra y, sobre todo, qué respuesta social tiene cada una de ella… Imaginémonos por un momento que una chaval, cualquier chaval de diecisiete años, pongamos por ejemplo, contrae un cáncer. Éste contará desde un principio con toda la ayuda y la compasión de todos sus familiares, amigos, conocidos y profesionales, vaya lo normal, teniendo en cuenta el carácter empático que caracteriza al ser humano; pensaremos, ¡qué mala suerte, qué putada!, y estaremos dispuestos a acompañar a ese amigo, a ese familiar en la medida de lo posible, intentando insuflarle ánimo y esperanza. Hasta aquí todo normal. Ahora imaginemos a un adolescente que en la época natural de su propio crecimiento, es decir, cuando el joven se enfrenta al mundo tal como lo ha recibido, lo cuestiona y decide averiguar y experimentar para poder acceder a su propia visión de la vida, no a la que le ha venido dada, y busca un lugar tanto dentro de sí mismo como en el grupo social al que pertenece, a su peña, a su pandilla, entra en contacto con el coqueteo con las primeras litronas pandilleras y un poco más tarde con otras sustancias, ya sea hachís, marihuana, dma, tripis, anfetas, cocaína, revuelto (coca-heroína), etc.…, y siente el placer del excitante y apasionante mundo recién encontrado y con el que resuelve desde pequeños problemas de timidez hasta problemas graves provenientes de familias disfuncionales o un millón de posibilidades más y concluye reafirmando una personalidad que todavía se encuentra sólo pespunteada, sin terminar de formar, de hacer. Es entonces cuando estamos ya a las puertas del infierno más exterminador que podamos imaginar. Sin embargo lo vamos a acusar de débil, de vicioso, de perdido, pero casi nunca de enfermo. Pues bien, tal como decía la definición de la OMS, si no se le pone remedio, y quiero hacer constar que esto se producirá si el individuo en sí, tiene información adecuada y decide creérsela y poner en práctica eso que podemos llamar remedio, es decir, y recurriendo de nuevo a la definición de la OMS, sólo podrá pararla, detenerla. Lo que queda de ahí en adelante es un camino de devastadora autodestrucción en vivo y en directo ante la atónita mirada de sus amigos, seres queridos y demás conocidos o desconocidos de la sociedad. Hará sufrir y sufrirá como un verdadero condenado hasta el punto de detestarse, de quererse morir, que a fin de cuentas es lo que está haciendo, pero lentamente. De manera que cuando llegue el amargo final todos, familiares, amigos y demás se encontrarán con sentimientos complejos, contradictorios y reales como la vida misma. Por algún lugar en el sepelio oiremos la tremenda y sincera exclamación expresando aquello de “bueno, ¡menos mal, ya acabó todo por su bien y, sobre todo por el de sus familiares!”. Juro por mi vida que así es. Y la única diferencia entre estas dos enfermedades mortales es que tienen desarrollos diferentes. Y para terminar un halo de esperanza para los enfermos de la adicción a las drogas, este problema tiene remedio, tiene solución, es más, la única condición “sine qua non”, necesaria, es el deseo de curarse. Si queréis saber más sobre la enfermedad y su solución, poneos en contacto conmigo a través de esta pagina o llamando al teléfono de la Asociación Caminar 951 404 657, enfermos adictos y enfermos que forman parte de su entorno. ¿Y por qué?, porque este artículo lo ha escrito un enfermo adicto que se recupera satisfactoriamente con la ayuda necesaria.

Joaquín Jiménez

Después de leer el artículo de Anaïs Barcelona sobre cuándo hablar a los niños de la enfermedad mental de uno de sus padres, un compañero de Ammbar nos ha contado su experiencia en primera persona, en PriPer, como nos gusta decir.

Pensamos que cada caso es diferente y los recursos empleados en su experiencia a lo mejor no pueden servir a otras personas, no lo sabemos porque fue algo aplicado a un caso concreto, pero la experiencia sí que es válida para animar a otras personas a tomar la iniciativa sabiendo que ellos conocen a sus hijos mejor que nadie. Por descontado que sería muy bueno si se puede contar con un asesoramiento profesional.

Hemos de pensar siempre en cómo está la persona con enfermedad mental, si está estabilizada puede ser ella misma quien pueda hablar con los niños… Pero en la mayoría de los casos ocurre que mientras los niños son pequeños es posible que no haya llegado todavía a estabilizarse.

Entonces surge el papel nada fácil del familiar que lo ha de hacer, porque lo que en Ammbar tenemos claro es que a los niños hay que hablarles para que desde pequeños vivan la enfermedad mental como algo más en sus vidas, ya que es lo que padece su padre o madre y estos los acompañarán para siempre, son sus raíces.

Mi experiencia en PriPer, primera persona: Cómo le expliqué a mi hijo muy pequeño que su mamá tenía una enfermedad mental.

Me enamore de mi esposa nada más verla, teníamos las mismas ideas de vida y eso nos hizo llegar al altar. Hasta entonces no vi nada fuera de lo normal en ella pero en la convivencia pude apreciar alguna diferencia de cuando novios, pero no le di importancia… Cuando nació nuestro primer hijo, comenzó a tener días diferentes, por épocas estaba muy contenta y otras al revés, le costaba hasta hablar. Le dije de ir al médico pero nunca quiso ir. Cuando nació nuestra niña, la cosa fue a mayores pues incluso en “los días bajos” parecía que no quisiera a nuestros hijos, cuando yo sabía que los adoraba… Y no comento su relación conmigo, ya que esa es otra historia.

Conseguí que fuera al médico y estuvo unos meses con tratamiento, por cierto fue un oasis en un desierto… Pero como no se consideraba enferma, al poco tiempo dejo el tratamiento…

Un día, teniendo mi hijo tres años y medio me preguntó “papá ¿mamá nos quiere? ¡tú cuídanos! ¿por qué me grita, si soy bueno? ¿por qué se come mi yogurt y no queda para mí?

Yo jamás había pensado que tan pequeño podía darse cuenta de que a su madre le pasaba alguna cosa rara. Entonces me dije, la sigues amando y sabes que actúa así porque está enferma o sea ¿que he de hacer para que mis hijos crezcan queriendo a su madre?

Porque yo estaba seguro de que ella se iba a estabilizar y de que seríamos una familia más y todo dependía de mí…

¿Que se le dice a un niño de tres años y medio? Porque más mayor ya se le puede explicar la enfermedad según su capacidad para entender. En este caso mi esposa tiene trastorno bipolar y no es demasiado difícil de explicar por una persona que no sea médico como yo… Pero a un casi bebé ¿qué le dices para que siga queriendo a su madre?

Yo le dije, no te preocupes, mamá nos quiere mucho pero está enferma, una enfermedad de la cabeza de la que me tienes que guardar el secreto: “tiene la enfermedad del dinero” porque de pequeña pasó mucha hambre y ahora cuando lo recuerda lo pasa muy mal, se pone a regañarnos y se come todo lo que ve. Pero cuando se le olvida ¡es la mejor mamá! Entre todos la tenemos que cuidar y ayudar para que se cure.

Y yo ¿qué tengo que hacer? (me asombró la pregunta, me dejó emocionado, mi explicación había hecho efecto): le contesté “darle besitos, incluso cuando se come tu petit suisse”.

A partir de ese día cuando llegaban “los días bajos” me miraba, guiñaba un ojo y ¡no la dejaba sola!
Un día por indicación de la psicóloga a la que yo iba, se lo dije a mi mujer, eso la hizo recapacitar y ponerse en tratamiento.

Hoy en día los niños ya son adultos y por supuesto formamos una familia unida y feliz.

Ammbar (somos todos)

En Ammbar nos ha parecido de interés. Con palabras muy claras nos explican el drama que pasan los niños en la escuela cuando no son bien comprendidos, ni atendidos en todos los aspectos necesarios en cada caso, haciendo partícipes a los padres, a los maestros y a los médicos.

Atender trastornos mentales de tu hijo

El periódico.am

AGENCIA REFORMA /PALOMA VILLANUEVA / Publicada el 11/08/2013
Los niños pueden ser excluidos por sus compañeros, lo que podría impedirles aprender. Foto: Agencia Reforma.


Los niños con trastornos mentales como déficit de atención e hiperactividad (TDAH), depresión y trastornos de ansiedad tienen dificultades para desarrollarse en el ámbito escolar si no están en tratamiento y suelen ser excluidos por sus compañeros y por los propios maestros que no tienen la capacitación necesaria para tratarlos.

Guillermo Pruneda, psiquiatra, explica que uno de los trastornos más comunes en la etapa escolar es el TDAH, que les impide a los niños concentrarse y aprender.

“Son niños que no tienen nada de atención, están sometidos ante una responsabilidad que es asistir a la escuela pero ellos están volando constantemente, están pensando en mil cosas y prácticamente manteniéndose en una constante situación de flotamiento y no van aprendiendo, si les sometemos a una atención sostenida se distraen inmediatamente entonces se rezagan en la escuela pero esto no significa que sean tontos”, explica.

Francisco Alvarado García, coordinador del programa de Atención a la Diversidad de la Universidad Iberoamericana, agrega que estas conductas desencadenan constantes llamadas de atención, sanciones injustificadas y remisiones a servicios psicológicos por cuestiones disciplinarias.

“En ocasiones incluso son aislados por sus propios compañeros y el profesor requiere una mayor cercanía y seguimiento para apoyarlos”, considera.

Ante esta problemática, señala, el personal de la escuela debe recibir capacitación para fomentar el desarrollo, la aplicación y la evaluación de estrategias de inclusión social que permitan a estos niños continuar con el proceso de aprendizaje.

“Si no reciben los apoyos necesarios para trabajar dentro de un grupo regular de manera inclusiva, los estudiantes se van atrasando y su problemática tiende a agudizarse y terminan en procesos de exclusión”, advierte.

Pruneda agrega que un niño con un trastorno mental puede acudir a cualquier escuela y convivir con el resto de los niños siempre y cuando reciba tratamiento y atención adecuados.

“Si se les da un tratamiento oportuno, muchas veces farmacológico, se capacita a los papás y se les brinda una ayuda correcta con profesionales de la salud, el niño pueden entrar en competencia normal con todos los niños y salir adelante”, asegura.