Fuente: Eroski Consumer

martes, 16 de abril de 2013
La discriminación de las personas que sufren depresión es un hecho habitual y constatado. Un reciente estudio, del que se habla en este artículo, aporta cifras escalofriantes al respecto: el 79% de los afectados ha sufrido, por lo menos una vez, algún tipo de exclusión asociado a su patología mental y el 71% de los pacientes afirma que quiere esconder que la sufre.

Los expertos alertan de que sufrir discriminación empeora el pronóstico de las enfermedades mentales y contribuye al aislamiento social y profesional de los enfermos.

La depresión es un trastorno psicológico que genera mucho sufrimiento a los afectados. Tristeza, irritabilidad, falta de energía y apetito, problemas para dormir o para mantener relaciones sexuales y dificultades para trabajar y para, en general, llevar un ritmo de vida adecuado son algunos de sus síntomas. A este sufrimiento psicológico y físico hay que sumarle el que genera el estigma.

Hay numerosos estudios que señalan que el estigma asociado a esta enfermedad mental todavía sigue vigente. Según una investigación de la Universidad Nacional de Australia, uno de cada cinco hombres afirma que preferiría no trabajar con una persona que sufre depresión.

La causa hay que buscarla en los prejuicios que aún rodean a las personas con depresión. “No trabajan porque no quieren”, “Son débiles”, “Evitan las responsabilidades de la vida”, “Es solo cuestión de voluntad superar ese problema”, etc. Estas opiniones desfavorables se traducen en conductas como el rechazo social. Por eso, aparte de las repercusiones que les puede generar en sus relaciones personales, muchos se quejan de que se sienten excluidos en el ámbito profesional.

Con depresión y estigma
Un estudio realizado por investigadores de varios países, y financiado por la Unión Europea, ha puesto de manifiesto que los pacientes con depresión se sienten discriminados.

Los científicos entrevistaron a 1.082 personas de 35 países que padecen el trastorno. Y los resultados han mostrado que el 79% había sufrido algún tipo de exclusión asociado a su dolencia por lo menos una vez. Las consecuencias de esa discriminación fueron que el 37% había desistido de iniciar una relación personal por tal motivo.

En el ámbito profesional, la discriminación fue la causa de que el 25% no luchara por un puesto de trabajo. Como señala la Dirección General de Sanidad y Consumidores de la Unión Europea, “las personas que contratan a trabajadores pueden discriminar a aquellos que tienen depresión, pues temen que no puedan trabajar adecuadamente”.

Depresión: consecuencias de no buscar un tratamiento
Los investigadores también llegaron a otra conclusión: el 71% de las personas encuestadas afirmaba que deseaba esconder que sufría el trastorno. El estigma y la discriminación contribuyen al aislamiento social y profesional de muchas personas que padecen esta enfermedad.

Otra de las graves consecuencias es que muchos afectados no buscan tratamiento de ningún tipo porque no quieren que nadie sepa que sufren depresión. No quieren sentirse “débiles” o “perezosas”, que es como las define el estigma.

Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamamiento para combatir esta diferenciación durante la celebración del Día Mundial de la Salud Mental, el pasado 10 de octubre. Por todo esto, la Dirección General de Sanidad y Consumidores de la Comisión Europea aconseja “reforzar la legislación para reducir la discriminación y promover la inclusión social en todos los ámbitos, como el lugar de trabajo, el hogar, los centros académicos o los lugares de ocio”.

Datos sobre la depresión
Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es un trastorno mental frecuente que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo. Es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial de morbilidad. Afecta más a mujeres que a hombres. Esta patología psiquiátrica puede llegar a hacerse crónica o recurrente y dificultar de forma sensible el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. Además, en su forma más grave, puede conducir al suicidio (es la causa de cerca de un millón de fallecimientos cada año, la mayoría por estar sin diagnosticar o sin tratamiento).

Si es leve, se puede tratar sin medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave, son necesarios los fármacos y la psicoterapia profesional. A pesar de que se disponen de tratamientos eficaces para la depresión, más de la mitad de los afectados en todo el mundo (y más del 90% en algunos países) no los reciben.